Qué es:
La colangitis es la obstrucción e inflamación de la vías biliares, pudiendo suceder debido a alteraciones autoinmunes genéticas, por cálculos biliares o, en raras ocasiones, por infección del parásito, Ascaris lumbricoides, por ejemplo. Debido a que las vías biliares se inflaman, ocurre una alteración en el proceso de transporte de la bilis hacia la vesícula biliar e intestino, resultando en una acumulación de esta sustancia en el hígado, pudiendo tener como consecuencia disminución de la función del hígado.
Inicialmente, la colangitis no causa el surgimiento de síntomas, sin embargo, a medida que evoluciona, hay compromiso del hígado, siendo posible observar la piel y los ojos con una coloración amarillenta, comezón y cansancio excesivo. Por ello, es importante consultar al médico general o hepatólogo en cuanto surjan los primeros síntomas, ya que de esta forma se puede retrasar el desarrollo de la enfermedad, evitar que haya destrucción de los canales biliares y el desarrollo de otras complicaciones.
Principales síntomas
En la mayoría de los casos, la colangitis no produce síntomas, por lo que, en muchos casos, la enfermedad continua desarrollándose hasta que sea diagnosticada en exámenes de rutina o hasta que comprometa gravemente al hígado. En esta fase, puede causar síntomas como:
- Cansancio excesivo;
- Comezón en la piel;
- Sequedad en los ojos y boca;
- Dolor muscular y en las articulaciones;
- Hinchazón de los pies y tobillos;
- Piel y ojos amarillentos;
- Diarrea con moco grasoso.
También es común que la colangitis surja junto con otras enfermedades autoinmunes, como queratoconjuntivitis seca, síndrome de Sjögren, artritis reumatoide, esclerodermia o tiroiditis de Hashimoto, por ejemplo. Además, la colangitis puede estar relacionada con la presencia de cálculos biliares o deberse a la presencia de grandes cantidades de parásitos en las vías biliares.
Como la enfermedad tiene una relación con la genética, personas con casos de esta enfermedad en la familiar puede realizarse exámenes para identificar si también tienen colangitis biliar, ya que, aunque no sea una enfermedad hereditaria, existen más posibilidades de que haya varios casos dentro de las misma familia.
Cómo se confirma el diagnóstico
Generalmente, la sospecha de colangitis surge cuando se observan alteraciones en un examen de sangre de rutina para evaluar el funcionamiento del hígado, como aumento de las enzimas hepática o bilirrubina. En estos casos, para identificar la enfermedad, el médico puede solicitar otros exámenes más específicos, como medición de anticuerpos antimitocondriales, antinucleares y de marcadores de lesión biliar, como la fosfatasa alcalina o GGT.
También pueden indicarse exámenes de imagen como ultrasonido o colangiografía para evaluar las estructuras del hígado y de las vías biliares. Además, también puede ser necesaria una biopsia de hígado en caso de que haya dudas sobre el diagnóstico o para evaluar la enfermedad. Conozca más sobre los exámenes que evalúan el hígado.
Cómo se realiza el tratamiento
Es importante que el tratamiento de la colangitis biliar se realiza de acuerdo a la orientación del médico general o hepatólogo, ya que de esta forma es posible evitar la destrucción de las vías biliares, la formación de un tejido cicatricial sin función y el desarrollo de cirrosis en el hígado. Por ello, el tratamiento de la colangitis tiene como objetivo controlar los síntomas y evitar la progresión de la enfermedad, siendo realizado con:
- Ácido ursodesoxicólico: es el principal medicamento utilizado en el tratamiento y ayuda a que la bilis salga del hígado, evitando la acumulación de toxinas en este órgano;
- Colestiramina: es un tipo de polvo que debe ser mezclado en la comida o bebidas, ayudando a aliviar la comezón causando por la enfermedad;
- Pilocarpina y colirios hidratantes: ayuda a hidratar las mucosas de los ojos y boca, evitando que se resequen.
Además de estos, el médico puede recomendar otros medicamentos de acuerdo a los síntomas de cada paciente. Además, en los casos más graves, también puede ser necesario la realización de un trasplante de hígado, especialmente cuando los daños son muy avanzados.