Comer rápido y no masticar adecuadamente los alimentos puede causar algunas consecuencias para la salud, pues favorece el aumento de peso, interfiere con la digestión y aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas, como la diabetes o la hipertensión.
Además de triturar los alimentos, el proceso de masticación es fundamental para una buena digestión y absorción de los nutrientes, ya que al masticar se liberan enzimas que preparan los alimentos para ser digeridos más fácilmente en el estómago y en el intestino.
Por esta razón, es importante cambiar este hábito alimentario, debiendo dedicar al menos unos 20 minutos a cada comida principal, en un ambiente tranquilo que permita disfrutar y saborear los alimentos.
5 consecuencias de comer rápido
Las consecuencias de comer rápido y no masticar los alimentos correctamente son:
1. Aumento de peso
El cerebro y el estómago trabajan juntos para controlar el apetito, pero este proceso no es instantáneo, las señales de saciedad demoran alrededor de 20 minutos en ser transmitidas desde el estómago hasta el cerebro.
Cuando la persona come rápido, no da tiempo que esta señal de saciedad llegue al cerebro, haciendo con que la persona ingiera mayor cantidad de alimentos y consuma más calorías de las que el cuerpo realmente necesita. Todas estas calorías extra son almacenadas en forma de grasa, haciendo que la persona suba de peso y aumente el riesgo de desarrollar obesidad.
2. Mala digestión
Cuando se come rápido, el proceso de masticación no es efectivo, ya que los trozos de comida no son triturados adecuadamente. Esta situación aumenta el riesgo de indigestión, ya que los trozos de comida más grandes tardan más tiempo en ser digeridos por el estómago. Vea cómo identificar una mala digestión.
La falta de una masticación adecuada puede provocar o empeorar algunos síntomas digestivos, como el ardor y la acidez estomacal, el reflujo gastroesofágico y la sensación de pesadez estomacal.
3. Distensión abdominal
Comer rápido no solo ralentiza el proceso de digestión, sino que también facilita la ingestión de aire, lo que provoca distensión abdominal y la formación de eructos.
Lea también: Eructos constantes: 10 causas y qué hacer tuasaude.com/es/eructos-constantesAdemás, los trozos de comida que no han sido masticados correctamente son más difíciles de descomponer por las enzimas del estómago y del intestino delgado. Al llegar al intestino grueso, estos trozos son fermentados por las bacterias, lo que favorece la producción de gases intestinales.
4. Aumento del riesgo de enfermedades cardíacas
Dado a que comer rápido favorece el aumento de peso, existe un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, como un ACV, hipertensión arterial o un infarto, especialmente si la grasa se acumula en la región abdominal, puesto esto podría elevar los triglicéridos y el colesterol en la sangre, favoreciendo la formación y acumulación de placas de grasa en las arterias.
5. Aumento del riesgo de diabetes
El aumento de la grasa abdominal puede ocasionar resistencia a la insulina, lo que significa que las células del organismo se resisten a la acción de esta hormona, la cual facilita el paso del azúcar de la sangre a las células para producir energía.
Para compensar, el cuerpo envía más insulina y los niveles de azúcar en la sangre comienzan a elevarse, lo que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes a largo plazo, especialmente si no se realizan cambios en la alimentación y en el estilo de vida.
¿Qué hacer para comer más lento?
Para comer más lento y mejorar la digestión algunos consejos que puede aplicar son:
- Dedicarle a la comida como mínimo 20 minutos, en lugar tranquilo y sin ruido;
- Concentrarse en la comida, evitando distracciones, como comer en frente de la televisión o en la mesa de trabajo;
- Evitar reírse, hablar o discutir mientras se mastica y se traga;
- Picar los alimentos más pequeños para que sean más fáciles de masticar;
- Masticar varias veces los alimentos dependiendo de su consistencia;
- Detenerse durante la comida y reflexionar sobre si está lleno o no;
- Beber máximo 1 vaso de agua (240 ml) con las comidas, evitando ingerir otras bebidas como refrescos, bebidas gaseosas o jugos pasteurizados.
Asimismo, existen algunos ejercicios mentales que pueden aplicarse, como la meditación de la mandarina, por ejemplo. Durante este ejercicio se recomienda comer la fruta lentamente, reflexionando sobre el proceso de la naturaleza para producirla y el trabajo necesario para que llegue a la mesa, sintiendo y degustando con gratitud el sabor dulce y cítrico de esta fruta.