Derrame articular: qué es, síntomas y tratamiento

Qué es:

El derrame articular es la acumulación de líquido dentro de una articulación del cuerpo, como sangre, líquido sinovial o pus, lo que ocasiona el surgimiento de síntomas como hinchazón, dolor o rigidez en la articulación, siendo generalmente causado por golpes, caídas, inflamaciones, infecciones o enfermedades articulares crónicas, como artritis reumatoide o gota.

El derrame articular puede ocurrir en cualquier articulación del cuerpo, como tobillo, hombro, codo o cadera; no obstante, es más común en la rodilla debido al uso excesivo de esta articulación al correr o caminar, por ejemplo, situación conocida popularmente como "líquido en la rodilla".

El tratamiento del derrame articular es realizado por el traumatólogo, el cual puede indicar el uso de antibióticos para combatir la infección, antiinflamatorios para reducir la inflamación, o fisioterapia para facilitar la absorción del líquido, reduciendo los síntomas.

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Síntomas del derrame articular

Los principales síntomas del derrame articular incluyen:

  • Hinchazón de la articulación;
  • Dolor en la articulación, que empeora al moverla;
  • Dificultad para realizar movimientos;
  • Rigidez en la articulación;
  • Enrojecimiento de la articulación;
  • Aumento de la temperatura en la articulación.

Asimismo, dependiendo de la causa del derrame articular, pueden surgir síntomas como fiebre, escalofríos, malestar, sensación de debilidad o formación de un bulto por detrás de la rodilla, conocido como quiste de Baker. Vea cómo identificar los síntomas del quiste de Baker.

Es importante consultar al traumatólogo siempre que surjan síntomas de derrame articular, con el objetivo de realizar el diagnóstico e iniciar el tratamiento más adecuado.

Cómo confirmar el diagnóstico

El diagnóstico del derrame articular es realizado por el traumatólogo o médico general, mediante un examen físico de la articulación afectada y la evaluación de los síntomas, antecedentes de salud, antecedentes de accidentes, golpes en la articulación y enfermedades articulares, además de exámenes de imagen como ecografía, radiografía o resonancia magnética de la articulación.

Asimismo, el médico puede solicitar un análisis del líquido de la articulación para identificar la causa de la inflamación y del dolor en la misma. Este análisis es realizado a través de la extracción de una pequeña muestra del líquido de la articulación, la cual será analizada en el laboratorio.

Posibles causas

El derrame articular es causado por la acumulación de líquido dentro de la articulación debido a inflamaciones o infecciones de los tejidos alrededor de la articulación, que permiten flexionarla y dar soporte al peso del cuerpo, como cartílagos, ligamentos, tendones, membrana sinovial o bursas.

Algunos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollo de un derrame articular incluyen:

  • Trauma en la articulación, como golpes, accidentes, caídas o fracturas;
  • Esfuerzo repetitivo con la articulación, en el caso de atletas;
  • Cargar peso excesivo, como es el caso de personas que trabajan en construcción civil, mecánicos o enfermeros;
  • Enfermedades inflamatorias crónicas, como artritis reumatoide, artritis reumatoide juvenil, artrosis, gota o lupus;
  • Infección en la articulación, llamada artritis séptica;
  • Tumor en la articulación.

Estas condiciones pueden ocasionar una mayor producción de líquido sinovial dentro de la articulación, dando como resultado los síntomas del derrame articular.

Cómo es realizado el tratamiento

El tratamiento del derrame articular debe ser realizado bajo la orientación de un traumatólogo o reumatólogo, que puede indicar reposo de la articulación afectada, uso de medicamentos antiinflamatorios o fisioterapia, por ejemplo.

Los principales tratamientos para el derrame articular incluyen:

1. Reposo

La primera opción de tratamiento para el derrame articular es el reposo de la articulación afectada, pues esto ayuda en la recuperación y alivia el dolor y las molestias que surgen al mover la articulación, además de permitir la cicatrización de la misma.

Asimismo, en caso de dolor en la articulación de la rodilla, se debe evitar caminar mucho o cargas pesos, por ejemplo, para prevenir el empeoramiento de los síntomas y permitir la recuperación adecuada.

En caso de derrame articular en la rodilla, aparte de reposo, el médico puede recomendar elevar la pierna para aliviar la hinchazón en la rodilla, pudiendo ser necesario acostarse en la cama o en el sofá y colocar una almohada por debajo de la rodilla para que la pierna quede en una posición inclinada hacia arriba.

2. Compresas frías

Aplicar compresas frías en la articulación afectada ayuda a disminuir el dolor y reducir la hinchazón, por aliviar la inflamación en la zona.

Para elaborar la compresa fría, se debe colocar hielo dentro de una bolsa térmica o colocar una compresa de gel en el congelador para enfriarla, luego se debe envolver la bolsa o la compresa de gel con una toalla limpia y seca, y aplicarla en la articulación afectada, dejando actuar de 15 a 20 minutos, de 2 a 3 veces al día.

3. Inmovilización

La inmovilización de la articulación afectada es realizada por el traumatólogo, siendo recomendada para evitar que la articulación se mueva y no tener que hacer esfuerzos, protegiéndola de la inestabilidad causada por el derrame articular y permitiendo la cicatrización de la articulación.

Esta inmovilización puede ser realizada con el uso de una faja, rodillera elástica, ortesis de rodilla o coderas elásticas, por ejemplo.

El tiempo de inmovilización debe ser orientado por el médico y varía de acuerdo con la articulación afectada y la gravedad de los síntomas.

4. Uso de medicamentos

Cuando el dolor es intenso, el médico puede indicar el uso de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, como ibuprofeno o diclofenaco, para disminuir la inflamación de la articulación y aliviar el dolor. Conozca los principales antiinflamatorios y cómo utilizarlos.

En caso de que el derrame articular haya sido causado por alguna infección, el médico puede indicar el uso de antibióticos por vía oral para eliminar las bacterias, como el ciprofloxacino, por ejemplo. En ciertos casos, puede ser necesario el uso de antibióticos por vía intravenosa.

Asimismo, dependiendo de lo que causó el derrame articular, el médico puede incluso indicar un tratamiento con medicamentos más específicos, como inmunosupresores o agentes biológicos, que son comunes en los casos asociados a artritis reumatoide, por ejemplo. Vea cuáles son los síntomas de la artritis reumatoide y las posibles causas.

Estos medicamentos deben ser siempre recomendados por el médico, y el tiempo de tratamiento debe ser indicado de forma individualizada, de acuerdo con la intensidad del dolor y la causa del derrame articular.

5. Fisioterapia

La fisioterapia puede ser indicada por el médico y debe ser llevada a cabo con orientación del fisioterapeuta, con ejercicios de estiramiento para aumentar la flexibilidad y mejorar la estabilidad, fortalecer la articulación y mejorar la circulación sanguínea, drenando el exceso de líquido de la articulación afectada. Estos ejercicios deben ser acordes con la articulación afectada, por lo que es importante recibir orientación de un fisioterapeuta.

Inicialmente, los ejercicios deben ser ejecutados de forma lenta y progresiva, siendo importante también utilizar la técnica de inmovilización articular, que consiste en pequeños movimientos articulares que aumentan la lubricación intraarticular y disminuyen los chasquidos.

Algunos ejemplos de ejercicios para derrame articular en la rodilla que pueden ser indicados por el fisioterapeuta incluyen:

  1. Colocarse de pie y después flexionar lentamente la rodilla afectada, repetir el movimiento de 8 a 10 veces, realizando 3 series;
  2. Sentarse en una silla con los dos pies apoyados en el suelo y estirar 10 veces lentamente la pierna con la rodilla afectada, realizando 3 series;
  3. Acostarse en una cama y colocar una toalla enrollada por debajo de la rodilla afectada, después empujar la pierna hacia abajo sin flexionar la rodilla, repetir de 8 a 10 veces, en 3 series;

Se recomienda hacer intervalos de 30 segundos entre cada serie de ejercicios, con el objetivo de evitar el desgaste excesivo de la articulación y empeorar los síntomas. Vea otras formas de tratar una lesión en la rodilla.

El tratamiento fisioterapéutico siempre debe ser seleccionado por el propio fisioterapeuta de forma individualizada, pudiendo incluso ser indicada la crioterapia o el uso de dispositivos como ultrasonido, electroestimulación, láser u ondas cortas, por ejemplo. En la fase final de la recuperación, son recomendados los ejercicios de fortalecimiento muscular alrededor de la articulación.

6. Punción

La punción, también conocida como artrocentesis, puede ser llevada a cabo por el médico para retirar una parte del líquido dentro de la articulación, con la finalidad de disminuir la hinchazón, lo que proporciona alivio de los síntomas y facilita la recuperación.

Sin embargo, este tipo de tratamiento solo es indicado en los casos más graves, cuando la articulación está muy afectada e hinchada.

7. Inyección de corticosteroides

Aparte de la extracción del líquido articular, el médico también puede aplicar una inyección de corticosteroides directamente en la articulación afectada. Generalmente, es utilizada la cortisona, un tipo de antiinflamatorio fuerte que ayuda a combatir la inflamación y a aliviar los síntomas rápidamente.

8. Artroscopia

La artroscopia es una pequeña cirugía realizada por el traumatólogo utilizando un tubo fino, con una cámara en la punta, para observar las estructuras en el interior de la articulación, remover el tejido inflamado y hacer pequeñas reparaciones en el cartílago, ligamentos, superficie ósea articular o menisco, por ejemplo.

Por lo general, la artroscopia está indicada en los casos más graves que no mejoran con el uso de medicamentos ni fisioterapia.

9. Artroplastia

La artroplastia es una cirugía ortopédica que consiste en la remoción y sustitución de partes de la articulación afectada, por una prótesis de metal, polietileno o cerámica, siendo generalmente indicada en los casos más graves, o para reparar la articulación en situaciones de artritis reumatoide, cuando otras opciones de tratamiento no fueron eficaces para controlar el dolor.