Qué es:
La disforia de género consiste en la insatisfacción entre el sexo con el que nace una persona (características genitales del nacimiento) y la identidad de género, que es la experiencia emocional y social del individuo como femenina, masculina o andrógino. Es decir, la persona nace con sexo masculino, pero se identifica como femenino y viceversa.
Así, los individuos con disforia de género pueden sentirse atrapados en un cuerpo que no consideran como propio, pudiendo sentir angustia, estrés, malestar, ansiedad, irritabilidad e incluso depresión. Estos sentimientos también pueden perturbar las relaciones sociales, como el ambiente de trabajo, las amistades y las relaciones familiares.
Algunos tipos de tratamiento como la psicoterapia, terapia hormonal y, en algunos casos, el tratamiento quirúrgico, pueden ayudar aliviar los sentimientos de malestar, angustia o sufrimiento de la persona con disforia de género.
Cómo identificar
La disforia de género puede tener inició alrededor de los 2 o 3 años de edad; sin embargo, algunas personas pueden reconocer sentimientos de disforia solamente cuando llegan a la adolescencia o la edad adulta.
1. Síntomas en niños
Niños con disforia de género pueden presentar los siguientes síntomas:
- Quieren vestir ropa elaborada para niños del sexo opuesto;
- Afirman constantemente que pertenecen al sexo opuesto;
- Fingen que son del sexo opuesto en varias situaciones;
- Les gusta más jugar con juguetes y juegos asociados al otro sexo;
- Muestran sentimientos negativos con relación a sus órganos genitales;
- Evitan juegos de otros niños del propio sexo;
- Prefieren tener compañeros de juego del sexo opuesto.
Aparte de las características mencionadas anteriormente, en el caso del sexo femenino, la niña puede orinar de pie, y en caso del sexo masculino, el niño puede orinar sentado.
2. Síntomas en adolescentes y adultos
Algunas personas con disforia de género solo notan la desconexión entre el sexo de nacimiento y la identidad de género cuando ya son adolescentes o adultas, pudiendo comenzar a vestir ropa de mujer y solo después percibir que tienen disforia de género, por ejemplo. No obstante, esto no debe confundirse con el travestismo, que es cuando la persona siente excitación sexual al usar prendas de vestir del sexo opuesto, pero con la sensación de pertenecer a su sexo de nacimiento.
Otras características del adolescente o adulto con disforia de género pueden incluir fuerte deseo de deshacerse o de impedir el desarrollo (en el adolescente) de sus características sexuales o deseo por las características sexuales del género con el que se identifica.
Las personas que solo reconocen la disforia de género en la edad adulta pueden también desarrollar síntomas de depresión, ansiedad o hasta comportamientos suicidas, por miedo a no ser aceptadas por la sociedad, la familia y los amigos.
Cómo se realiza el diagnóstico
El diagnóstico de la disforia de género generalmente es realizado por un psicólogo, siendo recomendado también la evaluación de un equipo multidisciplinario, incluyendo endocrinólogo, asistente social y enfermero, para que se lleve a cabo un análisis de forma empática, acogedora y centrada en el paciente.
La disforia de género normalmente es confirmada en casos donde las personas sienten por 6 meses o más que su sexo de nacimiento es incompatible con su identidad de género, teniendo aversión a su anatomía, además de sentir angustia extrema y perder la voluntad y la motivación para realizar las tareas diarias.
Qué hacer para tratar la disforia
Aparte de ser fundamental recibir el apoyo de amigos y familiares, para tratar la disforia es fundamental tener un seguimiento individualizado y constante de un equipo multidisciplinario para que sea posible escuchar, orientar y ayudar a las decisiones de la persona, en busca del bienestar general.
Aquellos individuos con disforia de género que no tienen sentimientos de angustia o depresión, por ejemplo, normalmente no necesitan de ayuda. Sin embargo, algunas personas pueden necesitar de psicoterapia, terapia hormonal y, en algunas situaciones, la cirugía para cambio de sexo.
1. Psicoterapia
La psicoterapia consiste en una serie de sesiones, acompañadas de un psicólogo o un psiquiatra, donde el objetivo no es cambiar el sentimiento de la persona con relación a su identidad de género, sino afrontar el sufrimiento que provoca la angustia de sentirse en un cuerpo que no es el suyo o no sentirse aceptado por la sociedad.
La persona con disforia de género puede ser más vulnerable a los trastornos mentales, ya sea por el contexto social como estigma, preconcepto y discriminación, o porque necesita ayuda para facilitar la identificación y la expresión de un género confortable. Por tal razón, un abordaje respetuoso, consciente y libre de preconceptos por parte de un psicoterapeuta puede ayudar en la autoaceptación y el bienestar general de la persona.
2. Terapia hormonal
La terapia hormonal consiste en la terapia a base de medicamentos que disminuyen la producción de hormonas sexuales para minimizar las características del sexo de nacimiento de la persona e inducir a las características del sexo deseado.
Debido a que causan algunos efectos secundarios, como aumento de peso, acné, caída del cabello o diabetes tipo 2, es importante que el uso de las hormonas se realice con seguimiento de un endocrinólogo y un psicólogo.
En los hombres, el medicamento normalmente utilizado es la combinación de estrógenos con antiandrógenos, lo que origina el crecimiento de los senos, disminución del tamaño del pene, reducción de la masa muscular y alteración de la voz.
En mujeres, la hormona normalmente utilizada es la testosterona, que origina el crecimiento del vello corporal, incluida la barba, aumento de la masa muscular y engrosamiento de la voz.
3. Tratamiento quirúrgico
El tratamiento quirúrgico se realiza con el fin de remodelar los órganos genitales según el sexo y la apariencia física deseada, para que la persona tenga el cuerpo con el que se siente cómoda. Esta cirugía puede ser realizada en ambos sexos y consiste en la construcción de nuevos genitales y la extirpación de otros órganos.
Por tratarse de un procedimiento irreversible, para realizar la cirugía la persona debe tener un seguimiento de al menos 2 años con profesionales como psicólogo y endocrinólogo para confirmar que la nueva identidad física es la adecuada para el individuo.