La dispraxia es un trastorno neurológico que provoca dificultad para coordinar los movimientos corporales, con dificultad para mantener el equilibrio y la postura y, en algunos casos, dificultad para hablar.
Esta se observa con mayor frecuencia durante la infancia, donde un niño con esta neurodivergencia a menudo se considera un niño torpe, ya que tiende a romper objetos, tropezar y caer sin motivo aparente. Sin embargo, también es posible que se desarrolle en adultos, especialmente debido a un derrame cerebral o un traumatismo craneoencefálico.
Lea también: Neurodivergente: qué es, tipos y síntomas tuasaude.com/es/neurodivergenteEs importante que la persona con dispraxia sea monitoreada por un equipo multidisciplinario, que debe estar compuesto por un fisioterapeuta, un terapeuta ocupacional y un logopeda o terapeuta del habla. De esta manera, es posible establecer el mejor plan de tratamiento, según el tipo de dispraxia, promoviendo la calidad de vida.
Tipos de dispraxia y síntomas
Según el tipo de movimientos afectados, la dispraxia se puede clasificar en:
Dispraxia motora
- Dificultad para coordinar los músculos;
- Dificultad para realizar movimientos simples, como vestirse, comer, caminar o escribir;
- Lentitud al realizar movimientos simples.
Dispraxia del habla
- Dificultad para desarrollar el lenguaje;
- Pronunciación incorrecta de palabras;
- Habla imperceptible.
Dispraxia postural
- Dificultad para mantener una postura correcta;
- Movimientos sin fluidez y poco ritmo.
Posibles causas
La dispraxia no tiene una causa muy bien definida, sin embargo, se cree que puede estar relacionada con algún cambio genético que hace que las células nerviosas tarden más en desarrollarse.
Sin embargo, la dispraxia también puede ocurrir debido a traumatismos o lesiones cerebrales, como un derrame cerebral o un traumatismo craneoencefálico, siendo estas situaciones más comunes en adultos.
Cómo confirmar el diagnóstico
El diagnóstico en los niños debe ser realizado por el pediatra o el fonoaudiólogo, en el caso de la dispraxia del habla, mediante la observación del comportamiento y la evaluación de los informes de padres y profesores, ya que no existe una prueba específica.
Por ello, se recomienda que los padres anoten cualquier comportamiento extraño que observen en su hijo, así como hablar con los profesores.
En los adultos este diagnóstico es fácil de realizar, ya que aparece tras un traumatismo cerebral y se puede comparar con lo que la persona era capaz de hacer anteriormente, lo que también acaba siendo identificado por la propia persona.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento de la dispraxia se realiza a través de la terapia ocupacional, la fisioterapia y la logopedia, ya que son técnicas que ayudan a mejorar tanto los aspectos físicos del niño, como la fuerza muscular y el equilibrio, como los aspectos psicológicos, aportando más autonomía y seguridad.
De esta forma, es posible tener un mejor desempeño en las actividades diarias, las relaciones sociales y la capacidad de afrontar las limitaciones que impone la dispraxia.
Es importante que se cree un plan de intervención individualizado, según las necesidades de cada persona. En el caso de los niños, también es importante involucrar a los docentes en el tratamiento y orientación de los profesionales de la salud, para que sepan afrontar las conductas y ayuden a superar los obstáculos de forma continua.
Ejercicios para hacer en casa y en el colegio
Algunos ejercicios que pueden ayudar con el desarrollo del niño y mantener el entrenamiento de técnicas realizados con profesionales de la salud son:
- Hacer rompecabezas: además de estimular el razonamiento, ayudan al niño a tener una mejor percepción visual y espacial;
- Animar al niño a escribir en el teclado del ordenador: es más fácil que escribir manualmente, pero también requiere coordinación;
- Apretar una pelota antiestrés: permite estimular y aumentar la fuerza muscular del niño;
- Lanzar una pelota: estimula la coordinación y el sentido del espacio del niño.
En el colegio es importante que los profesores se fijen en fomentar la presentación de trabajos orales en lugar de escritos, no pedir trabajo excesivo y evitar señalar todos los errores cometidos por el niño en el trabajo, trabajando uno a la vez.