La esclerosis lateral amiotrófica, también conocida como ELA, es una enfermedad degenerativa que provoca la destrucción de las neuronas responsables del movimiento de los músculos voluntarios, provocando una parálisis progresiva que impide tareas sencillas como caminar, masticar o hablar, por lo que se considera una enfermedad muy grave.
Con el tiempo, la enfermedad provoca disminución de la fuerza muscular, especialmente en los brazos y piernas, y en los casos más avanzados, la persona afectada sufre una parálisis y sus músculos comienzan a atrofiarse, volviéndose más pequeños y más delgados.
La esclerosis lateral amiotrófica aún no tiene cura, pero el tratamiento con fisioterapia y medicamentos, como el riluzol, ayudan a retrasar la evolución de la enfermedad y a mantener el máximo de independencia posible en las actividades diarias.
Principales síntomas
Los primeros síntomas de ELA son difíciles de identificar y varían de persona a persona de acuerdo a las neuronas afectadas. En algunos casos es más común que la persona comience a tropezarse, mientras que en otras surge dificultad para escribir, levantar un objetivo o hablar correctamente, por ejemplo.
Sin embargo, a medida que avanza la enfermedad, los síntomas se van tornando más evidentes, pudiendo existir:
- Disminución de la fuerza de los músculos de la garganta;
- Espasmos o calambres musculares frecuentes, especialmente en las manos y en los pies;
- Voz más gruesa y dificultad para hablar más alto;
- Dificultad para mantener una postura correcta;
- Dificultad para hablar, tragar o respirar.
La esclerosis lateral amiotrófica afecta a las neuronas motora, por lo que la persona no experimenta dolor o si hay, es muy leve, habiendo apenas limitación en sus funciones motoras.
Cómo se realiza el diagnóstico
El diagnóstico no es fácil, por lo que el médico puede realizar varias pruebas como una resonancia magnética para descartar otras enfermedades que puedan causar falta de fuerza antes de sospechar ELA, así como miastenia grave. Conozca más sobre los síntomas de miastenia gravis.
Además, puede indicar la realización de una biopsia muscular y electromiografía, para evaluar la función eléctrica de los músculos, así como exámenes complementarios, como de sangre y punción lumbar. Vea cómo se realiza la punción lumbar.
Después del diagnóstico de la esclerosis lateral amiotrófica, la esperanza de vida de cada paciente varía entre 3 y 5 años; no obstante, también existen casos de mayor longevidad, como Stephen Hawking, por ejemplo, que vivió con la enfermedad durante más de 50 años.
Posibles causas de la ELA
Las causas de la esclerosis lateral amiotrófica todavía no se conocen. Algunos casos de la enfermedad son causados por una acumulación de proteínas tóxicas en las neuronas que controlan los músculos, lo que es más frecuente en hombres entre 40 y 50 años. Sin embargo, en ciertos casos, la ELA puede ser provocada por un defecto genético hereditario, que se transmite de padres a hijos, además de que el tabaquismo puede ser considerado un factor de riesgo en mujeres.
Cómo se hace el tratamiento
El tratamiento de la ELA debe ser orientado por un neurólogo y, por lo general, se inicia con el uso del medicamento riluzol, que ayuda a reducir las lesiones provocadas en las neuronas, retrasando el progreso de la enfermedad.
Asimismo, cuando se diagnostica la enfermedad en su fase inicial, el médico también puede recomendar un tratamiento de fisioterapia. En casos más avanzados, se pueden utilizar analgésicos como el tramadol para reducir las molestias y los dolores causado por la degeneración de los músculos.
Con el avance de la enfermedad, la parálisis se propaga a otros músculos y, eventualmente, termina afectando los músculos de la respiración, siendo necesario hospitalización para respirar con la ayuda de dispositivos. Vea más detalles sobre el tratamiento de la ELA.
Cómo se realiza la fisioterapia
La fisioterapia para esclerosis lateral amiotrófica consiste en la realización de ejercicios que mejoren la circulación sanguínea, aumentan la fuerza y favorecen los movimientos musculares, retrasando la destrucción de los músculos causada por la enfermedad. Los tipos de terapia pueden centrarse en la respiración, habla y para promover la independencia de la realización de actividades diarias.
El fisioterapeuta también puede ayudar a enseñar como adaptarse a diferentes equipos para garantizar la independencia de la persona, como una silla de ruedas, por ejemplo.