La hemorragia digestiva es la pérdida de sangre a lo largo del sistema digestivo, y puede ser causada por la presencia de úlceras gástricas o duodenales, diverticulosis, hemorroides o endometriosis intestinal, entre otras causas.
El sangrado en el sistema digestivo puede manifestarse a través de algunos síntomas, como la presencia de sangre roja viva en las heces o heces más oscuras con un fuerte olor, vómitos con sangre y mareos.
Es importante que consulte a un gastroenterólogo tan pronto como aparezcan señales y síntomas sugestivos de hemorragia digestiva, para que se realice el diagnóstico y se inicie el tratamiento más adecuado, que puede incluir el uso de medicamentos, transfusión sanguínea o cirugía.
Síntomas de hemorragia digestiva
Los principales síntomas de una hemorragia digestiva son:
- Vómito con sangre, posiblemente con la presencia de coágulos;
- Heces negras, pegajosas y con un fuerte olor, en caso de hemorragia digestiva alta;
- Presencia de sangre fresca en las heces, en caso de hemorragia digestiva baja;
- Mareos;
- Sudor frío;
- Desmayo.
Los síntomas de una hemorragia digestiva pueden variar según la ubicación del sangrado. Ante la presencia de cualquier señal o síntoma que sugiera una hemorragia digestiva, es importante consultar a un gastroenterólogo para que se realicen exámenes que permitan identificar la causa y, de esta manera, iniciar el tratamiento más adecuado.
Tipos de hemorragias digestivas
La hemorragia digestiva puede clasificarse en dos tipos:
- Hemorragia digestiva alta: cuando las zonas de sangrado son el esófago, el estómago o del intestino delgado. Este tipo de hemorragia incluye la presencia de sangre digerida por el estómago, tornando las heces más oscuras y con un olor intenso, denominándose melena, y vómitos con sangre.
- Hemorragia digestiva baja: cuando el sangrado ocurre a partir del colon, recto o ano. Este tipo de hemorragia incluye la presencia de sangre de un color rojo vivo en las heces.
Para diagnosticar el problema, el médico además de indicar una colonoscopia y una endoscopia, también podrá indicar otros exámenes como un hemograma completo, Razón internacional normalizada (INR), tiempo de protrombina, tiempo de tromboplastina parcial activada, entre otros.
Cómo se realiza el diagnóstico
El diagnóstico de la hemorragia digestiva es realizado por el gastroenterólogo a partir de la evaluación de los signos y síntomas informados por la persona. Además, se solicitan exámenes que ayuden a identificar la causa del sangrado, pudiendo ser recomendada la realización de una colonoscopia o una endoscopia digestiva alta.
Si durante la realización de estos exámenes se observa alguna lesión, el médico puede tomar una pequeña muestra de esa lesión y enviarla al laboratorio para su análisis, lo que es útil en el diagnóstico del cáncer de intestino, esófago y estómago, por ejemplo.
En algunos casos, también puede ser recomendada la realización de exámenes complementarios, como un hemograma y la búsqueda de sangre oculta en las heces, que es un examen útil para detectar pequeñas cantidades de sangre en las heces, lo que ayuda en el diagnóstico de sangrados relacionados con el sistema digestivo. Conozca más sobre el examen de sangre oculta en las heces.
Causa de hemorragia digestiva
Las principales causas de hemorragia digestiva son:
- Úlcera gástrica o duodenal;
- Varices gastroesofágicas;
- Cáncer en el esófago, estómago o intestino;
- Perforación del esófago, estómago o duodeno;
- Hemorroides y fisura anal;
- Pólipo intestinal;
- Enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa;
- Diverticulosis;
- Perforación intestinal;
- Endometriosis intestinal.
Es importante identificar adecuadamente la causa de la hemorragia digestiva para poder iniciar el mejor tratamiento.
Cómo es realizado el tratamiento
El tratamiento para la hemorragia digestiva varía según la causa de la enfermedad y la gravedad de los síntomas, y puede incluir la realización de transfusiones sanguíneas cuando hay una pérdida significativa de sangre, el uso de medicamentos y en algunos casos, cirugía. Normalmente, se recomienda que la persona permanezca hospitalizada para que pueda ser monitoreada adecuadamente.
En casos más leves, el tratamiento se puede realizar en casa con el uso de medicamentos y ayuno, de acuerdo con la orientación médica, para permitir que el órgano afectado se recupere.