La hepatitis E es una inflamación en el hígado causada por el virus de la hepatitis E, que puede resultar en hepatitis aguda o crónica y generalmente no presenta síntomas, especialmente en niños. Sin embargo, puede provocar síntomas como fiebre leve, pérdida del apetito, náuseas o dolor abdominal.
El virus de la hepatitis E, también conocido como VHE, puede ingresar al organismo a través del contacto o consumo de agua y alimentos contaminados. Esta enfermedad es autolimitada y de corta duración, y generalmente es combatida por el propio organismo. Sin embargo, en personas con el sistema inmunológico debilitado, la hepatitis E puede volverse crónica.
El tratamiento de la hepatitis E lo realiza el hepatólogo, el médico de atención primaria o el pediatra, y no tiene un tratamiento específico, simplemente se recomienda descansar y beber muchos líquidos, además de intentar garantizar mejores condiciones de saneamiento e higiene, especialmente en lo que respecta a la preparación de alimentos.
Síntomas de hepatitis E
Los principales síntomas de hepatitis E son:
- Piel y ojos amarillos;
- Comezón en el cuerpo;
- Heces claras y orina oscura;
- Fiebre baja;
- Cansancio excesivo;
- Náuseas, vómitos o diarrea;
- Dolor abdominal o en las articulaciones;
- Falta de apetito;
- Malestar general.
Normalmente, la hepatitis E es asintomática, especialmente en niños; sin embargo, puede causar síntomas leves que duran aproximadamente de 1 a 6 semanas. En mujeres embarazadas o personas con el sistema inmunológico debilitado, los síntomas pueden ser más graves y causar complicaciones.
Los síntomas de la hepatitis E suelen aparecer entre 15 y 40 días después del contacto con el virus, y son muy similares a los de otros tipos de hepatitis. Conozca otros tipos de hepatitis y síntomas.
Por eso, es importante consultar un hepatólogo, médico general o pediatra, para realizar el diagnóstico, identificar el tipo de hepatitis e indicar el tratamiento más adecuado.
Hepatitis E en el embarazo
La hepatitis E en el embarazo puede ser bastante grave, principalmente si la mujer tiene contacto con el virus de la hepatitis E en el tercer trimestre del embarazo, pues aumenta el riesgo de insuficiencia hepática fulminante y está asociada a una mayor tasa de mortalidad. Asimismo, puede generar un parto prematuro.
Cómo confirmar el diagnóstico
El diagnóstico de la hepatitis E lo realiza el hepatólogo, el médico de atención primaria o el pediatra mediante la evaluación de los síntomas, el historial médico, el historial de viajes o la residencia en áreas con poca infraestructura sanitaria, por ejemplo.
Para confirmar el diagnóstico, el médico debe solicitar una prueba de anticuerpos contra el virus de la hepatitis E (anti-HEV) en una muestra de sangre, ya que estos anticuerpos pueden detectarse en el organismo desde el inicio de la infección.
Además, los anticuerpos anti-HEV pueden estar más elevados aproximadamente de 30 a 40 días después del inicio de la infección y permanecer en el cuerpo durante hasta 14 años.
Otro examen que el médico puede solicitar es el RT-PCR, que se realiza con una muestra de sangre o heces, ya que es capaz de detectar el virus de la hepatitis E y, por lo tanto, confirmar el diagnóstico.
El médico también debe solicitar análisis para evaluar la función hepática, como el examen de bilirrubina, la alanina aminotransferasa (ALT) y la aspartato aminotransferasa (AST), y realizar pruebas para otros tipos de hepatitis, ya que todas las hepatitis tienen síntomas similares. Vea todos los exámenes que evalúan el funcionamiento del hígado.
Cómo se contagia la hepatitis E
La transmisión del virus de la hepatitis E ocurre vía fecal-oral, principalmente por el contacto o consumo de agua o alimentos contaminados por orina o heces de personas contaminadas con el virus.
Después de ser ingerido, el virus es absorbido por el tracto gastrointestinal y entra en la circulación sanguínea, alcanzando la circulación portal en el hígado, donde se multiplica, causando hepatitis aguda.
El virus de la hepatitis E también puede transmitirse a través del contacto directo con personas infectadas, pero este modo de transmisión es más raro.
Además, también puede transmitirse mediante la ingestión de carne mal cocida contaminada, transfusión sanguínea con sangre contaminada con el virus, o aún ser transmitido de madre a bebé durante el embarazo.
El virus de la hepatitis E, cuando se transmite, tiene un período de incubación de alrededor de 28 a 40 días, y los síntomas generalmente son leves, autolimitados y de corta duración, de alrededor de 1 a 6 semanas.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento de la hepatitis E debe ser realizado bajo la supervisión de un hepatólogo, médico general o pediatra, e implica generalmente reposo, una alimentación adecuada e hidratación, dado que es una enfermedad autolimitada, es decir, es combatida por el propio sistema inmunológico, ocurriendo la cura aproximadamente 6 semanas después de la infección inicial.
Sin embargo, en personas con el sistema inmunológico debilitado y que desarrollan hepatitis crónica o tienen coinfección con el virus de la hepatitis C o A, puede ser recomendado el uso de medicamentos, como la ribavirina y el peginterferón.
Además, en caso de que la persona esté tomando medicamentos inmunosupresores, como en personas trasplantadas, se recomienda la evaluación y seguimiento médico hasta que se resuelva la enfermedad. Si es necesario, el médico podrá optar por tratar los síntomas presentados por la persona.
En el caso de mujeres embarazadas o hepatitis grave, puede recomendarse la hospitalización para el seguimiento de la infección.
Durante el tratamiento de la hepatitis E, se debe evitar consumir bebidas alcohólicas y tomar medicamentos que puedan dañar el hígado, como el paracetamol, por ejemplo.
¿La hepatitis E tiene cura?
La hepatitis E aguda se cura de forma espontánea en personas con un sistema inmunológico saludable, ya que el propio organismo crea anticuerpos para eliminar el virus, siendo una enfermedad autolimitada.
Sin embargo, en personas con el sistema inmunológico debilitado, como aquellas que han recibido un trasplante y están tomando inmunosupresores, la hepatitis E puede volverse crónica o causar complicaciones como la cirrosis hepática.
Cómo prevenir
No existe vacuna para la hepatitis E, ya que es una enfermedad con un pronóstico benigno, autolimitada.
Por lo tanto, la mejor manera de prevenir la infección por el virus de la hepatitis E es a través de medidas de higiene, como lavarse las manos después de ir al baño y antes de comer, además de usar solo agua filtrada para beber, preparar o cocinar los alimentos, y cocinar bien la carne de cerdo y venado.
Posibles complicaciones
La hepatitis E es una enfermedad autolimitada, sin embargo, en algunas personas puede causar complicaciones como:
- Hepatitis crónica;
- Cirrosis hepática;
- Insuficiencia hepática aguda;
- Ictericia colestática;
- Polirradiculopatía inflamatoria;
- Síndrome de Guillain-Barré;
- Inflamación del cerebro;
- Pérdida de la coordinación motora.
Por lo tanto, el tratamiento de la hepatitis E debe ser dirigido por un médico, con el fin de detectar factores de riesgo para complicaciones e indicar el tratamiento más adecuado.