El ictus es cuando ocurre una disminución del flujo sanguíneo hacia el cerebro, disminuyendo la cantidad de oxígeno que llega a este órgano, y ocasionando secuelas graves e incluso la muerte, principalmente si no es identificada y tratada inmediatamente después de que surgen los primeros síntomas.
Existen 2 tipos de ictus, que incluyen:
- Focal, en el que un coágulo obstruye un vaso cerebral e impide o disminuye el paso de sangre hacia el cerebro, lo que puede llevar a la muerte de las células de la región del cerebro que fue obstruida;
- Global, en la que hay un compromiso de toda la irrigación de sangre hacia el cerebro, lo que puede provocar daños cerebrales permanentes en caso de no sea identificada y tratada rápidamente.
El ictus, conocidos también como ACV isquémico o isquemia cerebral, puede suceder en cualquier momento, durante la actividad física o incluso durmiendo, y es más común que suceda en personas con diabetes, aterosclerosis o anemia falciforme.
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Los sintomas de la isquemia cerebral pueden durar desde segundos o períodos más largos y pueden ser:
- Pérdida de fuerza en los brazos y piernas;
- Mareos;
- Hormigueo;
- Dificultad para hablar;
- Dolor de cabeza;
- Náusea y vómito;
- Presión alta;
- Falta de coordinación;
- Pérdida de la consciencia;
- Debilidad en uno o ambos lados del cuerpo.
Los síntomas de la isquemia cerebral deben ser identificados lo más rápido posible para que se inicie el tratamiento, de lo contrario puede que ocurra daño cerebral permanente. En la isquemia cerebral transitoria los síntomas son pasajeros y duran menos de 24 horas, pero también deben ser tratados clínicamente.
Qué es la isquemia cerebral transitoria
La isquemia cerebral transitoria, también llamada mini-ACV, sucede cuando hay disminución de la circulación sanguínea en el cerebro en un corto período de tiempo, con síntomas de inicio súbito y generalmente desaparece alrededor de 24 horas, y exige cuidados inmediatos puesto que puede ser una señal de una isquemia cerebral más grave.
La isquemia transitoria debe ser tratada de acuerdo a las orientaciones médicas y normalmente se hace con el tratamiento de comorbilidades, como diabetes, hipertensión, colesterol alto y con cambios en los hábitos alimenticios y de vida, como la práctica de ejercicios físicos y disminución de la ingesta de grasas y alcohol, además de evitar fumar.
Posibles secuelas del ictus
El ictus puede dejar secuelas como:
- Debilitamiento o parálisis de un brazo, pierna o cara;
- Parálisis de un lado o de todo del cuerpo;
- Pérdida de la coordinación motriz;
- Dificultad para tragar;
- Problemas de raciocinio:
- Dificultad para hablar;
- Problemas emocionales como depresión;
- Dificultades en la vista;
- Daño cerebral permanente.
Las secuelas del ictus varían mucho de un individuo a otro y dependen del tiempo en que fue atendido para iniciar el tratamiento, por lo que muchas veces es necesario el acompañamiento de un fisioterapeuta, fonoaudiólogo o terapeuta ocupacional para mejorar la calidad de vida y evitar que las secuelas sean permanentes.
Posibles causas
Las causas del ictus se relacionan enormemente al estilo de vida de la persona. Por ello, las personas que padecen aterosclerosis, diabetes y presión arterial alta, que son enfermedades relacionadas con los hábitos alimenticios tienen más riesgo de sufrir ictus.
Además, las personas que padecen de anemia falciforme poseen más posibilidades de sufrir una disminución de oxígeno en el cerebro, puesto que la forma alterada de los glóbulos rojos no permite que haya un transporte adecuado de oxígeno.
Los problemas relacionados con la coagulación también favorecen la aparición del ictus, ya que hay mayores posibilidades de que ocurra una obstrucción en un vaso cerebral.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento de la isquemia cerebral dependerá del tamaño del coágulo y de las posibles consecuencias para la persona, llevándose a cabo en el hospital, de manera que se pueda monitorizar la presión arterial y la presión intracraneal, además de asegurar un flujo sanguíneo cerebral adecuado, evitando así que la situación se agrave.
El médico puede indicar la prescripción de medicamentos trombolíticos, es decir, que ayuden a diluir el coágulo, como el activador tisular del plasminógeno (tPA), el cual debe ser administrado durante las primeras 3 horas posteriores al inicio de los síntomas.
En los casos donde la isquemia cerebral ocurre como consecuencia del estrechamiento de un arteria de gran calibre, el médico puede indicar la realización de una cirugía conocida como trombectomía mecánica.
Fuera del período agudo, el tratamiento del ictus se centra en la prevención secundaria y la promoción de la recuperación. En algunos casos el médico podría indicar medicamentos antiplaquetarios, como la aspirina o el clopidogrel, para evitar que se repita el evento cardiovascular, en otros casos puede indicar inhibidores del factor Xa o estatinas de alta intensidad, por ejemplo.
A pesar del uso de medicamentos, es importante consultar a un fisioterapeuta, fonoaudiólogo o terapeuta ocupacional para mejorar la calidad de la vida de la persona y evitar daños permanentes. Vea cómo es realizada la fisioterapia para ACV.
Cómo prevenir el ictus
Después del alta hospitalaria, es importante mantener buenos hábitos para disminuir el riesgo de que ocurra un nuevo evento de isquemia cerebral. Para ello, se recomienda tener una buena alimentación, debiendo evitar la ingesta de alimentos ricos en sal, azúcares o grasas saturadas y trans.
Además, se recomienda mantener un peso saludable, realizar actividad física de forma regular, evitar el consumo de bebidas alcohólicas y dejar de fumar.