La intolerancia a la fructosa es la dificultad para absorber y tolerar alimentos ricos en este tipo de azúcar, pudiendo ocasionar algunos síntomas como náuseas, vómitos, sudoración excesiva, diarrea y distensión abdominal.
La fructosa es un tipo de azúcar que se encuentra principalmente en las frutas, como la sandía, los dátiles y las uvas, sin embargo, también está presente en algunos vegetales y cereales, así como en ciertos productos industrializados en los que se utiliza jarabe de maíz de alta fructosa para endulzarlos.
El diagnóstico de la intolerancia a la fructosa puede demorar, debido a que sus síntomas pueden ser confundidos con otros problemas gastrointestinales, por lo que si sospecha de este problema, debe acudir a un gastroenterólogo para que realice una evaluación. Asimismo, es importante acudir a un nutricionista, pues es importante realizar algunos cambios en la dieta para aliviar el malestar.
Alimentos permitidos
Como la intolerancia a la fructosa varía de una persona a otra y tiene diferentes grados pudiendo ser leve, moderada o grave, la restricción al consumo debe ajustarse a cada persona individualmente. Por este motivo es importante acudir a un nutricionista para que indique un plan nutricional adaptado a las necesidades del individuo, así como realizar un seguimiento y educar al paciente sobre el tema.
Además, también es importante que la persona lleve un diario de alimentación, en que se anoten los alimentos consumidos y las reacciones que se observaron en el organismo.
Es importante dar preferencia a los alimentos preparados en casa, además de ser importante verificar la etiqueta de los productos antes de consumirlos, de modo que los alimentos no deben contener jarabe de maíz rico en fructosa en su composición, fructosa, sacarosa, azúcar, sorbitol y melaza. Algunos de los alimentos que no poseen fructosa y pueden ser consumidos son:
- Productos lácteos como leche, mantequilla, queso y yogur natural;
- Edulcorantes como la stevia;
- Frutos secos y semillas como nueces, maní o cacahuate, merey/marañón/ anacardo, avellanas, nuez de brasil, chía, ajonjolí, linaza y sésamo;
- Condimentos como sal, vinagre, plantas aromáticas y especias;
- Cereales como avena, cebada, centeno, arroz, arroz integral y productos preparados a partir de los mismos como pan, galletas y cereales, postres que no sean endulzados con fructosa, sacarosa, sorbitol o jarabe de maíz;
- Proteína animal como carnes blancas, carnes rojas, pescados y huevos;
- Bebidas como agua, té, café y cacao.
Una dieta FODMAP podría ser de gran ayuda para manejar problemas de malabsorción de fructosa. Esta dieta se basa en retirar de la dieta los alimentos que son poco absorbidos en el intestino delgado, y que además son altamente fermentados por las bacterias de la flora intestinal, como la fructosa, lactosa, fructo y galacto-oligosacáridos y alcoholes de azúcar.
Para hacer esta dieta, se deben retirar los alimentos ricos en FODMAP por un período de 6 a 8 semanas, estando atento para identificar si hay una mejoría en los síntomas gastrointestinales. Si los síntomas mejoran al cabo de las 8 semanas, se deben reintroducir los alimentos progresivamente, empezando por 1 grupo a la vez, esto permite identificar los alimentos que causan malestar abdominal, debiendo evitarse su consumo o ingerirse en muy pocas cantidades. Conozca cómo funciona la dieta FODMAP con más detalle.
Alimentos que deben evitarse
Existen alimentos que contienen elevadas cantidades de fructosa y otros bajas cantidades, por lo que deben ser excluidos o consumidos según la tolerancia del individuo, estos son:
** Estos productos no deben contener en su composición Jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF).
También deben evitarse productos como yogures con frutas, helados, leches saborizadas, refrescos, cereales, jugos pasteurizados, barras de cereales, muesli, ketchup, mayonesa, salsas industrializadas, miel artificial, productos diet y light, chocolates, tortas, pudines, comidas rápidas, caramelos, azúcar blanca, miel, melaza, jarabe de maple, jarabe de maíz, fructosa, sacarosa y sorbitol. Además de carnes procesadas o marinadas como salchichas y jamón, por ejemplo.
Algunos alimentos como guisantes, lentejas, frijoles, garbanzos, frijoles blancos, maíz y soja pueden provocar gases, por lo que su consumo debe depender de la tolerancia de la persona. Aunque puede ser una tarea difícil, las personas con intolerancia a este tipo de azúcar deben evitar consumir fructosa porque si no se controla, con el tiempo, pueden surgir complicaciones graves como insuficiencia renal o hepática.
Menú ejemplo para la intolerancia a la fructosa
A continuación se indica un menú ejemplo para personas con intolerancia a la fructosa:
Es importante recordar que se debe siempre verificar el etiquetado nutricional de los alimentos industrializados para estar seguros de que no poseen ingredientes prohibidos en la intolerancia a la fructosa, como miel, melaza, jarabe de maíz y los edulcorantes sacarina y sorbitol.
Las cantidades incluidas en el menú varían según la edad, sexo, actividad física y si posee alguna otra enfermedad asociada o no, por ello lo ideal es acudir a un nutricionista para que realice una evaluación completa y elabore un plan nutricional adecuado a sus necesidades.
Principales síntomas de la intolerancia a la fructosa
En personas que poseen intolerancia hereditaria o que poseen malabsorción de la fructosa por la alteración de la flora intestinal o enfermedades inflamatorias, como síndrome de intestino irritable, el consumo de este azúcar puede causar el surgimiento de síntomas como:
- Náuseas y vómitos;
- Sudoración fría;
- Dolor abdominal;
- Falta de apetito;
- Diarrea o estreñimiento;
- Exceso de gases;
- Distensión abdominal;
- Irritabilidad;
- Mareos.
Como la leche materna no posee fructosa, el bebé sólo presenta síntomas cuando ingiere fórmulas lácteas artificiales o con la introducción de alimentos como papillas, jugos o frutas.
En caso que el bebé con intolerancia exceda la ingesta de fructosa, pueden surgir síntomas más graves como apatía, convulsiones e inclusive coma. Sin embargo, es importante recordar que la presencia de gases, diarrea y de distensión abdominal también son síntomas que surgen en la intolerancia a la lactosa, debiendo ser necesario acudir al médico para ser evaluado. Vea cómo identificar la intolerancia a la lactosa.
Cómo se confirma el diagnóstico
El diagnóstico de esta intolerancia lo realiza un gastroenterólogo o nutrólogo, en el que además de realizar una evaluación de los antecedentes clínicos y personales del individuo, también realizan un test donde retiran la fructosa de alimentación y observan si hay mejoría o no de los síntomas.
Si existe alguna duda, también pueden solicitar exámenes de orina y de sangre para evaluar los efectos de la fructosa en el organismo, además de la prueba de hidrógeno espirado, que es un examen que mide a través de la respiración la capacidad del organismo de absorber al fructosa.