La temperatura normal del cuerpo varía entre 36,1ºC y 37,2ºC, con fluctuaciones a lo largo del día que normalmente no superan los 0,6ºC.
La temperatura corporal es más baja por la mañana, luego aumenta durante el día y alcanza su valor máximo al principio de la noche. El promedio de la temperatura corporal debe estar alrededor de los 36,5ºC. Esta temperatura incluye tanto para adultos como para bebés y niños.
Cuando la temperatura del cuerpo está entre 37,3ºC y 37,8ºC, se considera que la persona tiene una febrícula, es decir, un ligero aumento de la temperatura, pero que no causa repercusiones importantes en el organismo.
Algunas condiciones pueden aumentar la temperatura corporal normal sin necesariamente caracterizar un cuadro de fiebre. Por ejemplo, en los primeros 3 meses de embarazo, es normal que haya un aumento de la temperatura corporal de la gestante. Después de la ovulación, también es común que haya un aumento de la temperatura corporal en la mujer.
El aumento de la temperatura en estos casos puede llegar a 1ºC y se considera normal y aceptable. El control de la temperatura corporal lo lleva a cabo un centro regulador que compensa las pérdidas y ganancias de calor entre el cuerpo y el ambiente.
¿Cuál es la temperatura corporal en caso de fiebre?
Solo cuando la temperatura del cuerpo está por encima de 37,8ºC se considera que hay fiebre, en la que pueden aparecer algunos síntomas como escalofríos, sudoración y malestar.
Cuando la temperatura corporal alcanza alrededor de 39ºC, puede causar confusión mental y delirios. Por encima de 40ºC, puede desencadenar convulsiones.
Si la fiebre viene acompañada de manchas en la piel, quejidos, cambios de comportamiento, alteraciones de la conciencia, convulsiones, dificultad para respirar, vómitos persistentes y dolor de cabeza intenso, se debe buscar atención médica de urgencia.
La fiebre en bebés menores de 3 meses también es una señal de alerta para buscar atención médica de urgencia.
La fiebre es una defensa del cuerpo contra una infección. Esto se debe a que el aumento de la temperatura corporal ayuda a controlar la multiplicación de los microorganismos y a hacerlos menos activos.
Por lo tanto, los medicamentos para reducir la fiebre (antipiréticos) deben usarse solo si es necesario, cuando la temperatura corporal es igual o superior a 38ºC, para aliviar la molestia.