La placenta previa es la implantación de la placenta en la abertura interna del cuello uterino, en lugar de en la parte superior o lateral del útero. Esto puede causar síntomas como sangrado vaginal, que generalmente no va acompañado de dolor.
La causa exacta de la placenta previa no se conoce completamente, pero parece estar relacionada con lesiones en el endometrio, que es el tejido que recubre internamente el útero, o con cicatrices uterinas.
El tratamiento de la placenta previa debe ser supervisado por un obstetra y varía según su gravedad. Puede incluir reposo, evitar las relaciones sexuales, hospitalización e incluso una cesárea de emergencia.
Síntomas de placenta previa
El principal síntoma de la placenta previa es el sangrado vaginal, que puede presentar las siguientes características:
- Color rojo vivo y generalmente indoloro.
- Leve o intenso, con inicio súbito.
- Aparecer después del contacto íntimo.
- Estar acompañado de contracciones o dolor agudo en el abdomen.
Los síntomas de placenta previa son más frecuentes a partir de la semana 20 de embarazo, y también pueden aparecer sangrados leves o spotting antes de un sangrado más intenso.
Ante la presencia de estos síntomas, se debe acudir de inmediato al hospital, ya que pueden ser similares a los del desprendimiento de placenta.
Tipos de placenta previa
Según su localización en el útero, la placenta previa se puede clasificar en diferentes tipos:
En la mayoría de los casos, la placenta previa se detecta en el segundo o tercer trimestre durante el examen de ecografía obstétrica, o cuando la mujer presenta síntomas.
Cómo confirmar el diagnóstico
El diagnóstico de la placenta previa se realiza por el obstetra mediante la evaluación de los síntomas, el historial médico, el examen ginecológico y una ecografía abdominal o transvaginal.
En mujeres embarazadas que no presentan síntomas, la placenta previa puede ser diagnosticada por el obstetra a través de una ecografía de rutina durante el primer o segundo trimestre del embarazo.
Posibles causas
Las principales causas de la placenta previa son:
- Historial de placenta previa en embarazos anteriores.
- Embarazo después de los 35 años o embarazo múltiple.
- Haber tenido una cesárea previamente.
- Cicatrices en el útero debido a cirugías o legrados.
- Hábito de fumar.
- Uso de drogas recreativas, como la cocaína.
Además, haberse sometido a un tratamiento de reproducción asistida para la infertilidad también puede aumentar el riesgo de desarrollar placenta previa. Vea los principales tratamientos de reproducción asistida.
Al principio del embarazo, es normal que la placenta se encuentre más baja en el útero. Sin embargo, a medida que avanza el embarazo y el útero crece, la placenta se mueve hacia la parte superior o lateral de la pared interna del útero, lejos del cuello uterino, permitiendo que la abertura esté libre para el parto.
Cuando esto no sucede, la placenta puede seguir obstruyendo el cuello del útero, causando la placenta previa.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento de la placenta previa debe ser orientado por el obstetra y puede realizarse en el hospital o en casa, según la edad gestacional y el sangrado vaginal que presente la gestante.
Los principales tratamientos para la placenta previa son:
1. Seguimiento médico regular
El seguimiento médico regular está indicado cuando la placenta previa es detectada en los exámenes prenatales y la gestante presenta poco sangrado.
En estos casos, se requieren ecografías de seguimiento entre las semanas 28 y 32 del embarazo para evaluar la persistencia de la placenta previa.
2. Internamiento hospitalario
Cuando el sangrado es intenso, el tratamiento de la placenta previa se realiza con hospitalización.
Durante el internamiento se monitoriza a la gestante y al bebé, pudiendo ser necesarias transfusiones de sangre o una cesárea de emergencia.
En casos más graves, el médico también puede prescribir medicamentos para acelerar el desarrollo de los órganos del bebé.
Además, también pueden indicarse medicamentos para evitar el parto prematuro y para que el embarazo se mantenga al menos hasta la semana 36 de gestación.
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La cesárea selectiva entre la semana 36 y 37 del embarazo puede ser indicada por el obstetra cuando el sangrado esté controlado.
En estos casos, el médico también puede recomendar la inyección de corticoides para madurar los pulmones del bebé antes de la cesárea.
Sin embargo, la cesárea de emergencia puede realizarse independientemente de la edad gestacional cuando el bebé y/o la gestante estén en riesgo.
Cuidados durante el tratamiento
Durante el tratamiento de la placenta previa, el médico debe recomendar la adopción de ciertos cuidados, como:
- Evitar hacer esfuerzos y permanecer mucho tiempo de pie.
- Permanecer la mayor parte del día sentada o acostada, preferentemente con las piernas elevadas.
- Dejar de trabajar y quedarse en casa.
- Evitar el contacto íntimo.
Además, se debe evitar cargar pesas y realizar actividades físicas, entre otras recomendaciones.
Riesgos de la placenta previa
La placenta previa puede tener riesgos para la embarazada y el bebé, siendo los principales:
Riesgos para la mujer
Los principales riesgos de la placenta previa para la mujer son:
- Hemorragia vaginal grave durante el embarazo, el parto o en las primeras horas después del parto.
- Necesidad de transfusión sanguínea.
- Parto por cesárea prematura.
- Mayor tiempo de hospitalización.
- Infecciones.
Además, la placenta previa puede aumentar el riesgo de que la mujer desarrolle placenta accreta, que es la fijación anormal de la placenta en el miometrio, la capa media del útero, lo que puede provocar hemorragias intensas y masivas.
Riesgos para el bebé
La placenta previa también representa riesgos para el bebé, como:
- Restricción del crecimiento.
- Nacimiento prematuro.
- Bajo peso al nacer.
- Bajo puntaje en la escala de APGAR.
- Muerte fetal.
Además, el bebé puede requerir un tiempo prolongado de hospitalización en la UCI neonatal y, en algunos casos, necesitar una transfusión de sangre.
Cómo es el parto en caso de placenta previa
La cesárea está indicada para cualquier mujer con diagnóstico de placenta previa y generalmente se realiza entre la semana 36 y 37 del embarazo.
Esto se debe a que la cobertura del cuello uterino impide el paso del bebé, lo que puede provocar hemorragias en la madre durante un parto vaginal.
Sin embargo, el parto vaginal puede ser seguro y realizado cuando la placenta se encuentra al menos a 2 cm de distancia de la abertura del cuello uterino, lo cual dependerá de las condiciones de salud de la mujer y de la evaluación del obstetra.