Qué es:
El riesgo quirúrgico es una forma de evaluación del estado clínico y condiciones de salud de la persona que va a pasar por una cirugía, de forma que sean identificados los riesgos y complicaciones a lo largo de todo el período antes, durante y después de la cirugía.
Este riesgo es calculado a través de la evaluación clínica del médico y la solicitud de algunos exámenes, además, existen algunos protocolos que orientan mejor el raciocinio médico, como el ASA, Lee y ACP, por ejemplo.
Cualquier médico puede realizar esta evaluación, pero, generalmente, es hecha por el médico general, cardiólogo o anestesiólogo. De esta forma, es posible que sean tomados algunos cuidados particulares para cada persona antes del procedimiento, como la solicitud de exámenes más apropiados o la realización de tratamientos para disminuir el riesgo.
Cómo se realiza la evaluación preoperatoria
La evaluación médica antes del procedimiento quirúrgico es muy importante para definir mejor que tipo de cirugía puede realizarse en cada persona y determinar si los riesgos son mayores que los beneficios. La evaluación incluye:
1. Realización del examen clínico
El examen clínico se realiza con la recolección de datos de la persona, como medicamentos en uso, síntomas, enfermedades que posee, además de la evaluación física, como auscultación cardíaca y pulmonar.
A partir de la evaluación clínica es posible obtener la primera forma de clasificación del riesgo, creada por la Sociedad Americana de Anestesiólogos, conocida como ASA:
- ASA 1: persona saludable, sin enfermedades sistémicas, infecciones o fiebre;
- ASA 2: persona con enfermedad sistémica leve, como presión alta controlada, diabetes controlado, obesidad, edad por encima de 80 años;
- ASA 3: persona con enfermedad sistémica grave, pero no incapacitante, como insuficiencia cardíaca compensada, infarto hace más de 6 meses, angina cardíaca, arritmia, cirrosis, diabetes o hipertensión descompensadas;
- ASA 4: persona con enfermedad sistémica incapacitante, que constituye amenaza para la vida, como insuficiencia cardíaca grave, infarto hace menos de 6 meses, insuficiencia pulmonar, hepática y renal;
- ASA 5: persona en estado terminal, sin expectativa de sobrevivir por más de 24 horas, como luego de un accidente grave;
- ASA 6: persona que presenta muerte cerebral detectada, la cual pasará por cirugía para donación de órganos.
Mientras mayor sea el número de la clasificación ASA, mayor es el riesgo de mortalidad y complicaciones por la cirugía, debiéndose evaluar con mucha atención que tipo de cirugía vale la pena realizar y cuál es más beneficiosa para la persona.
2. Evaluación del tipo de cirugía
Los tipos de cirugía pueden clasificarse de acuerdo al riesgo de complicaciones cardíacas, como:
- Riesgo Bajo: procedimientos endoscópicos, como endoscopia, colonoscopia; cirugías superficiales, como de piel, mama, ojos.
- Riesgo Intermedio: cirugía del tórax, abdomen o próstata; cirugía de cabeza o cuello; cirugías ortopédicas, como luego de una fractura; corrección de aneurismas de aorta abdominal o remoción de trombos de la carótida.
- Riesgo Alto: cirugías importantes de emergencia; cirugías de vasos sanguíneos grandes, como aorta o carótida, por ejemplo.
Entender el tipo de procedimiento quirúrgico que será realizado también es muy importante, pues mientras más compleja y larga sea la cirugía, mayores son los riesgos que la persona puede sufrir y los cuidados que se debe tener.
3. Evaluación del riesgo cardíaco
Existen algunos algoritmos que miden de forma más práctica el riesgo de complicaciones y de muerte en una cirugía no cardíaca, al investigar la situación clínica de la persona y algunos exámenes.
Algunos ejemplos de algoritmos utilizados son el índice de Riesgo Cardíaco de Goldman, índice de Riesgo Cardíaco Revisado de Lee y el Algoritmo de American College of Cardiology (ACC). Para calcular el riesgo se consideran algunos datos de la persona, como:
- Edad, existiendo mayor riesgo por encima de 70 años;
- Historia de infarto de miocardio;
- Historia de dolor en el pecho o angina;
- Presencia de arritmia o estrechamiento de vasos;
- Baja oxigenación de la sangre;
- Presencia de diabetes;
- Presencia de insuficiencia cardíaca;
- Presencia de edema de pulmón;
- Tipo de cirugía
A partir de los datos obtenidos es posible determinar el riesgo quirúrgico. De esta forma, si el riesgo es bajo, es posible realizar la cirugía, por otra parte, si el riesgo es medio o alto, el médico puede dar orientaciones, adecuar el tipo de cirugía o solicitar más exámenes que ayuden a evaluar mejor el riesgo quirúrgico de la persona.
4. Realización de exámenes necesarios
Los exámenes preoperatorios deben realizarse con el objetivo de investigar alguna alteración en caso de sospecha, que pueda ocasionar una complicación quirúrgica. De esta forma, no deben ser pedidos los mismos exámenes para todas las personas, puesto que no existen evidencias de que esto ayude a reducir las complicaciones. Por ejemplo, en personas sin síntomas, con el riesgo quirúrgico bajo y que pasarán por una cirugía de bajo riesgo, no es necesario realizar exámenes.
Sin embargo, algunos de los exámenes más solicitados y recomendados comúnmente son:
- Hemograma: personas que pasan por una cirugía de riesgo intermedio alto, con historia de anemia, sospecha actual o con enfermedades que puedan causar alteraciones en las células sanguíneas;
- Pruebas de coagulación: personas que utilicen anticoagulantes, insuficiencia hepática, historia de enfermedades que causan hemorragias, cirugías de riesgos intermedio o alto;
- Pruebas de creatinina: portadores de enfermedades renales, diabetes, presión alta, enfermedades del hígado, insuficiencia cardíaca;
- Radiografía de tórax: personas con enfermedades como enfisema, enfermedades cardíacas, edad mayor a 60 años, personas con riesgo cardíaco elevado, con múltiples enfermedades o que pasarán por cirugía de tórax o abdomen;
- Electrocardiograma: personas con sospecha de enfermedades cardiovasculares, historia de dolor en el pecho y diabéticos.
Generalmente, estos exámenes tienen una validez de 12 meses, sin necesidad de repetición dentro de este período, no obstante, en algunos casos, el médico puede considerar necesario repetir antes. Asimismo, algunos médicos también pueden considerar importante solicitar estos exámenes incluso para personas sin sospecha de alteraciones.
Otros exámenes, como prueba de esfuerzo, ecocardiograma o holter, por ejemplo, pueden ser solicitados para algunos tipos de cirugía más complejas o para personas con sospecha de enfermedades cardíacas. Conozca cómo se realiza el holter y sus indicaciones.
5. Realización de ajustes preoperatorios
Luego de la realización de las pruebas y exámenes, si los valores están bien, el médico podrá programar la cirugía o dar indicaciones para que sea disminuido al máximo el riesgo de complicaciones en la cirugía.
De esta forma, el médico puede recomendar realizar otros exámenes más específicos, ajustar la dosis o introducir algún medicamento, evaluar la necesidad de corrección de la función cardíaca mediante una cirugía, orientar alguna actividad física, pérdida de peso o parar de fumar, entre otras.