Síndrome de realimentación: qué es, síntomas y tratamiento

El síndrome de realimentación es un conjunto de cambios en el organismo tras la reintroducción de alimentos y calorías en personas desnutridas, provocando síntomas como náuseas, presión arterial baja, debilidad muscular, calambres, convulsiones o coma.

Este síndrome puede aparecer en personas que pasan largos periodos sin comer o tienen mala absorción de los alimentos, como en casos de enfermedades inflamatorias intestinales, anorexia nerviosa o bulimia, por ejemplo, provocando deficiencias nutricionales en fosfato, magnesio, potasio y/o vitamina B1.

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El tratamiento del síndrome de realimentación lo realiza un nutricionista, endocrinólogo, médico general y nutricionista reduciendo la velocidad de la realimentación, evaluando diariamente los niveles de electrolitos y vitaminas en sangre, además de corregir y reponer los nutrientes y electrolitos necesarios.

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Síntomas del síndrome de realimentación

Los principales síntomas del síndrome de realimentación son:

  • Náuseas y vómitos;
  • Debilidad o fatiga;
  • Dolor o espasmos musculares;
  • Dificultad respiratoria;
  • Arritmias cardíacas;
  • Presión baja;
  • Convulsiones o coma.

Además, pueden presentarse calambres, estreñimiento severo, dificultad para la coordinación motora y el equilibrio, delirio o amnesia.

Otros síntomas incluyen visión borrosa, dolor de cabeza, insuficiencia respiratoria o insuficiencia cardíaca congestiva.

Los síntomas del síndrome de realimentación pueden aparecer dentro de los 5 días posteriores a la reintroducción de calorías y varían según la deficiencia de electrolitos y vitaminas.

Cómo confirmar el diagnóstico

El diagnóstico del síndrome de realimentación lo realiza el nutriólogo o el médico general mediante la evaluación de los signos vitales, como el pulso, la respiración, la presión arterial y la temperatura corporal, además de un examen físico.

Estos signos vitales se monitorean al reintroducir la alimentación a través de la dieta oral, parenteral o enteral, o mediante la administración de glucosa por vía intravenosa.

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En caso de que existan alteraciones y/o la persona presente síntomas, el médico debe solicitar análisis de sangre para medir los niveles de potasio, fósforo, magnesio, vitamina B1 y albúmina, entre otros.

De esta forma, el médico puede indicar el tratamiento más adecuado según la gravedad del desequilibrio de los niveles de electrolitos en la sangre.

Gravedad del síndrome de realimentación

El síndrome de realimentación puede clasificarse según los niveles de electrolitos en la sangre, como se indica a continuación:

Gravedad Niveles de electrolitos en la sangre
Síndrome de realimentación leve Reducción de 10% a 20% sobre cualquiera de los niveles de fósforo, potasio o magnesio en sangre.
Síndrome de realimentación moderada Reducción de 20% a 30% sobre cualquiera de los niveles de fósforo, potasio o magnesio en sangre.
Síndrome de realimentación grave Reducción de más del 30% sobre cualquiera de los niveles de fósforo, potasio o magnesio en sangre o disfunción orgánica causada por la disminución de cualquiera de estos niveles o por una deficiencia grave de vitamina B1.

La gravedad del síndrome de realimentación es identificada por el médico a través de los exámenes de diagnóstico.

Posibles causas

El síndrome de realimentación es causado por la reintroducción de alimentos y calorías en personas desnutridas, tras largos períodos de inanición, que es la falta total de alimentación.

Al reintroducir los alimentos, se producen alteraciones metabólicas rápidas en el cuerpo y cambios en los fluidos y electrolitos, debido al intento del organismo de metabolizar los nutrientes nuevamente.

Esto puede resultar en hiperglucemia, reducción de potasio en sangre (hipocalemia), fósforo (hipofosfatemia) y magnesio (hipomagnesemia), así como en deficiencia de vitamina B1 (tiamina), afectando el funcionamiento del corazón, los músculos, los pulmones y el cerebro.

Quién tiene más riesgo

Los principales factores que aumentan el riesgo de síndrome de realimentación son:

  • Trastornos alimentarios, como anorexia nerviosa o bulimia;
  • Desnutrición crónica o ayuno prolongado;
  • Pérdida de peso grave;
  • Alcoholismo crónico;
  • Trastornos de malabsorción, como enfermedades inflamatorias intestinales;
  • Diabetes mal controlada;
  • Estado postoperatorio.

Además, el síndrome de realimentación también puede surgir debido a caquexia provocada por cáncer o enfermedades neurológicas, por ejemplo. Vea qué es la caquexia.

Por ello, al reintroducir la alimentación en estas condiciones, existe un mayor riesgo de desarrollar el síndrome de realimentación.

Cómo se realiza el tratamiento

El tratamiento del síndrome de realimentación debe realizarse bajo la orientación de un nutriólogo, médico general, endocrinólogo o nutricionista, y varía según la deficiencia nutricional y de electrolitos diagnosticada.

Los principales tratamientos para el síndrome de realimentación son:

1. Monitoreo constante

Tras reintroducir la alimentación y el suministro de calorías, el médico debe monitorear los niveles de electrolitos y vitaminas para detectar deficiencias de potasio, magnesio, fósforo y vitamina B1, que pueden surgir después de la reintroducción alimentaria.

Además, el médico debe supervisar los signos vitales y el funcionamiento de los órganos, con el fin de prevenir complicaciones graves, como insuficiencia cardíaca congestiva o insuficiencia respiratoria, por ejemplo.

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2. Reintroducción calórica gradual

La reintroducción calórica gradual en el síndrome de realimentación permite que el cuerpo se adapte a los nutrientes y calorías suministrados, evitando la aparición de deficiencias nutricionales y de electrolitos.

Además, el suministro de carbohidratos en pequeñas cantidades desde el inicio previene picos de glucemia y el desarrollo de desequilibrios electrolíticos.

Si es necesario, el médico puede reducir la velocidad de administración de la nutrición enteral o parenteral.

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3. Corrección de las deficiencias

En el caso de que la persona presente deficiencias de electrolitos o vitamina B1, confirmadas mediante análisis de sangre, el médico debe corregir esas deficiencias proporcionando suplementos de potasio, magnesio, fósforo o tiamina.

La dosis de estos suplementos varía según la gravedad del síndrome de realimentación y puede ajustarse durante el tratamiento.

4. Monitoreo de la ingestión de líquidos

El monitoreo de la ingesta de líquidos y la administración de suero intravenoso es crucial para el tratamiento del síndrome de realimentación, ya que el exceso de líquidos puede sobrecargar el cuerpo, provocar desequilibrios electrolíticos y causar edema o problemas cardíacos.

En algunos casos, puede ser necesaria la restricción del consumo de líquidos.

Cómo evitar el síndrome de realimentación

El síndrome de realimentación puede prevenirse en personas con enfermedades crónicas a través de:

  • Seguimiento médico regular para evaluar deficiencias nutricionales en personas con enfermedades crónicas y, de ser necesario, indicar el uso de suplementos;
  • Evitar el consumo excesivo y frecuente de bebidas alcohólicas y/o realizar chequeos médicos regulares para evaluar el estado de salud y la presencia de deficiencias nutricionales.

Por su parte, el médico puede prevenir el síndrome de realimentación al identificar los factores de riesgo que la persona tiene, realizar análisis de sangre antes y durante la reintroducción alimentaria, y suministrar alimentos, calorías y carbohidratos de manera gradual.

Además, el médico debe reponer la vitamina B1 (tiamina) antes y durante la reintroducción alimentaria.

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Posibles complicaciones

Las principales complicaciones del síndrome de realimentación son arritmias cardíacas, insuficiencia cardíaca congestiva, insuficiencia respiratoria, encefalopatía, rabdomiólisis, shock o coma.

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Además, en el caso de deficiencia de vitamina B1 también puede surgir el síndrome de Wernicke-Korsakoff o problemas cardíacos.