Qué es:
El sistema inmune, también llamado inmunológico, es un conjunto de órganos y células responsables del combate a microorganismo invasores, impidiendo el desarrollo de enfermedades. Además, es responsable de promover el equilibrio del organismo a partir de la respuesta coordinada de las células y moléculas producidas en respuesta al patógeno.
La mejor forma de fortalecer el sistema inmune y hacer que responda de forma correcta frente a microorganismos invasores es por medio de la alimentación y práctica de hábitos saludables. Además, es importante que se lleve a cabo la vacunación, principalmente en el niño, para estimular la producción de anticuerpos y evitar que el niño desarrolle enfermedades que puedan interferir en su desarrollo, como por ejemplo, poliomielitis, también llamada parálisis infantil, la cual puede prevenirse por medio de la vacuna. Conozca más sobre la vacuna de la poliomielitis.
Cómo funciona
El sistema inmune es responsable de proteger al organismo contra cualquier tipo de infección. de esta forma, cuando un microorganismo invade al cuerpo, el sistema inmunológico es capaz de identificar ese patógeno y evitar mecanismos de defensa con el objetivo de combatir la infección.
El sistema inmunológico se compone de dos tipos de respuesta principales: la respuesta inmune innata, que es la primera línea de defensa del organismo, y la respuesta inmune adaptativa, que es más específica y se activa cuando la primera respuesta no funciona o no es suficiente.
Respuesta inmune innata o natural
La respuesta inmune natural o innata es la primera línea de defensa del organismo, ya que está presente en la persona desde su nacimiento. Una vez que el microorganismo invade el cuerpo, esta línea de defensa se estimula, caracterizándose por su rapidez y poca especificidad.
Este tipo de inmunidad se constituye por:
- Barreras físicas, que son la piel, vellos y moco, siendo responsables por impedir o retardar la entrada de cuerpos extraños en el organismo;
- Barreras fisiológicas, como por ejemplo, la acidez del estómago, temperatura del cuerpo y citocinas, que impiden al microorganismo invasor desarrollarse en el cuerpo, además de promover su eliminación;
- Barreras celulares, constituidas por las células consideradas como primera línea de defensa, que son los neutrófilos, macrófagos y linfocitos NK, responsables por englobar al patógeno y promover su destrucción.
Debido a la eficiencia del sistema inmune innato, las infecciones no ocurren todo el tiempo, eliminando rápidamente a los microorganismos. Sin embargo, cuando la inmunidad natural no es suficiente para combatir al patógeno, la inmunidad adaptativa es estimulada.
Respuesta inmune adaptativa o adquirida
La inmunidad adquirida o adaptativa, a pesar de ser la segunda línea de defensa del organismo, posee una gran importancia, ya que por medio de ella se generan células de memoria, evitando que se produzcan infecciones generadas por el propio microorganismo, o en caso de que ocurran, no sean tan graves.
Además de dar origen a las células de memoria, la respuesta inmune adaptativa tarda más en establecerse, sin embargo es más específica, ya que logra identificar las características específicas de cada microorganismo y, así, conducir a la respuesta inmune.
Este tipo de inmunidad se activa por el contacto con los agentes infecciosos y posee dos tipos:
- Inmunidad humoral, que es una respuesta mediada por los anticuerpos producidos por los linfocitos de tipo B;
- Inmunidad celular, que es la respuesta inmune mediada por los linfocitos T, que promueven la destrucción del microorganismo o la muerte de las células infectadas, ya que este tipo de inmunidad se desarrolla cuando el patógeno sobrevive a la inmunidad innata y humoral, quedando vulnerable a los anticuerpos. Conozca más sobre qué son y cuáles son los valores normales de linfocitos.
Además de la inmunidad humoral y celular, la respuesta inmune adaptativa también puede clasificarse en activa, cuando se adquiere por medio de la vacunación, por ejemplo, o pasiva, cuando proviene de otra persona, como por ejemplo, por medio de la lactancia, en la que los anticuerpos pueden transmitirse de la madre al bebé.
¿Qué son los antígenos y anticuerpos?
Para que haya una respuesta del sistema inmunológico, son necesarios antígenos y anticuerpos. Los antígenos son sustancias capaces de desencadenar una respuesta inmunológica, siendo específico para cada microorganismo, y que se conecta directamente al linfocito o a un anticuerpo para producir una respuesta inmune, que normalmente resulta en la destrucción del microorganismo, y de esta forma, el fin de la infección.
Los anticuerpos son proteínas en forma de Y responsables de proteger al organismo contra infecciones, siendo producidos como respuesta a un microorganismo invasor. Los anticuerpos también llamados inmunoglobulinas, pueden adquirirse por medio de la lactancia, que es el caso de la IgA, o durante la gestación, en el caso de la IgG, o ser producidos como respuesta a una reacción alérgica en el caso de la IgE.
En respuesta a infecciones, la IgM es el anticuerpo que se produce primero. A medida que la infección se establece, el organismo produce la IgG, que además de combatir la infección, permanece en la circulación, siendo considerado un anticuerpo de memoria. Conozca más sobre los anticuerpos IgG e IgM.
Células del sistema inmune
La respuesta inmunológica es mediada por algunas células que son las responsables de combatir las infecciones, los glóbulos blancos o leucocitos, promoviendo la salud del organismo. Los glóbulos blancos pueden dividirse en polimorfonucleares y mononucleares, poseyendo cada grupo algunos tipos de células de defensa del organismo que desempeñan funciones distintas y complementarias. Las células pertenecientes al sistema inmune son:
- Linfocitos, que son las células que normalmente están más alteradas durante las infecciones, una vez que le dan especificidad a la respuesta inmunológica. Hay 3 tipos de linfocitos B, T y los natural killer (NK), que desempeñan funciones diferentes;
- Monocitos, que circulan temporalmente en la sangre y que pueden diferenciarse en macrófagos, que son importantes para combatir agentes agresores del organismo;
- Neutrófilos, que circulan en mayor concentración y son las primeras en identificar y actuar contra una infección;
- Eosinófilos, que normalmente circulan en la sangre en menor cantidad, pero durante una reacción alérgica o en caso de infecciones parasitarias, bacterianas o fúngicas aumentan su concentración en la sangre;
- Basófilos, estas células también circulan en pequeñas concentraciones en la sangre, sin embargo, pueden aumentar en casos de alergias o inflamaciones prolongadas.
A partir del momento que entra algún cuerpo extraño y/o agente infeccioso en el organismo, las células del sistema inmune son activadas y actúan de forma coordinada con el objetivo de combatir al agente agresor. Conozca más sobre los leucocitos.
Tipos de inmunización
La inmunización corresponde al mecanismo orgánico de promover protección contra determinados microorganismos, pudiendo adquirirse de forma natural, como en el caso de las vacunas, por ejemplo.
Inmunización activa
La inmunización activa es aquella que se adquiere por medio de la vacunación o debido al contacto con el agente de determinada enfermedad, estimulando el sistema inmune de forma que se promueva la producción de anticuerpos.
La inmunización activa es capaz de generar memoria, es decir, cuando el cuerpo entra en contacto de nuevo con el agente causante de determinada enfermedad, el cuerpo reconoce y combate al agente invasor, impidiendo que la persona desarrolle la enfermedad o se manifieste de forma más grave. Por eso, este tipo de respuesta es duradera, sin embargo, tarda en establecerse, es decir, después de la exposición al agente nocivo no hay formación de respuesta inmunológica adecuada de forma inmediata. El sistema inmune lleva tiempo en procesar y asimilar esa información.
La exposición natural al patógeno es una forma de obtener la inmunización activa. Además, es importante obtener la inmunización activa de forma artificial, que es por medio de la vacunación, así se previenen infecciones futuras. En la vacunación, se administra a la persona el microorganismo muerto o con actividad disminuida con el objetivo de estimular el sistema inmune y reconocer al patógeno y crear inmunidad contra este.
Inmunización pasiva
La inmunización pasiva se produce cuando la persona adquiere anticuerpos producidos por otra persona o animal. Este tipo de inmunización se obtiene normalmente de forma natural a través del paso de inmunoglobulinas, principalmente del tipo IgG (anticuerpo), por la placenta, es decir, por medio de la transferencia directa de la madre hacia el bebé.
La inmunización pasiva también puede adquirirse de forma artificial, por medio de la inyección de anticuerpos de otras personas o de animales, como sucede en la picadura de serpiente, por ejemplo, en la que se extrae el suero del veneno de la serpiente y después se administra en la persona.
Este tipo de inmunización genera una respuesta inmune más rápida, sin embargo no es duradera como en el caso de la inmunización activa.
Cómo fortalecer el sistema inmunológico
Para mejorar el sistema inmune es importante adoptar hábitos de vida saludables, como la práctica de ejercicios regularmente y una alimentación balanceada, con alimentos ricos en vitamina C, selenio y zinc. Conozca cuáles son los alimentos que pueden ayudar a fortalecer el sistema inmune.