La sordera es la pérdida parcial o total de la audición, lo que dificulta la comprensión y la comunicación. Esta puede ser congénita, cuando la persona nace con la discapacidad, o adquirida a lo largo de la vida debido a una predisposición genética, traumatismo o enfermedad que afecte al oído.
Esta discapacidad auditiva puede ocurrir en solo un oído o en ambos, provocando una disminución en la capacidad de percibir sonidos, de manera parcial, en la que aún puede existir algún grado de audición, o de forma total, con pérdida completa de la capacidad auditiva.
El diagnóstico de la sordera lo realiza un otorrinolaringólogo a través de exámenes como la audiometría, para identificar el tipo y el grado de audición. Si es necesario, el médico indicará el tratamiento adecuado según la causa, que puede incluir una limpieza del oído, cirugía o el uso de audífonos.
Principales tipos de sordera
La sordera puede clasificarse en diferentes tipos según su causa, siendo los principales:
- Sordera de conducción o transmisión: ocurre cuando algo bloquea el paso del sonido hacia el oído interno, ya que afecta el oído externo o medio debido a causas, generalmente, tratables o curables, como rotura del tímpano, acumulación de cera, infecciones del oído o tumores;
- Sordera neurosensorial o de percepción: es la causa más común y surge debido al compromiso del oído interno, en el que el sonido no se procesa o transmite al cerebro, debido a causas como degeneración de las células auditivas por la edad, exposición a ruidos muy fuertes, enfermedades circulatorias o metabólicas como hipertensión o diabetes, tumores o enfermedades genéticas.
También existe la sordera mixta, que ocurre por la combinación de los dos tipos de sordera, con afectación tanto del oído medio como del interno. Es importante identificar el tipo de sordera para iniciar el tratamiento más adecuado según la orientación del otorrinolaringólogo.
Qué es la sordera súbita
La sordera súbita es una pérdida de la audición que ocurre de forma repentina y sin una causa aparente en al menos 30 decibelios en tres frecuencias consecutivas de la audición.
Generalmente, esta afecta solo a un oído, aunque en raras ocasiones puede involucrar ambos. Puede aparecer de forma inmediata o progresiva en el transcurso de unas horas o días, pudiendo ser causada por infecciones virales, enfermedades autoinmunes, problemas de circulación, efecto secundario de medicación para el cáncer, esclerosis múltiple o un traumatismo craneoencefálico, entre otras.
Esta condición requiere atención médica urgente para aumentar las posibilidades de recuperación.
Síntomas de sordera
Los principales síntomas de la sordera son la dificultad o incapacidad para escuchar sonidos con claridad, lo que puede identificarse a través de algunos signos como:
- Pedir a las personas que repitan lo que dicen o que hablen más alto;
- Escuchar la televisión o música a un volumen más alto que otras personas;
- Dificultad para seguir una conversación;
- Aislarse o evitar conversaciones;
- Tener que concentrarse más al hablar con los demás;
- Leer los labios para entender lo que se ha dicho;
- Dificultad para escuchar durante una conversación telefónica;
- Dificultad para comunicarse en lugares con mucho ruido;
- No reaccionar a sonidos que normalmente irritan;
- Zumbido en los oídos.
Además, es común que la persona presente intolerancia a los sonidos intensos, cambios de humor o irritabilidad por no poder percibir los sonidos o entender lo que dicen los demás.
En los niños, la sordera también puede causar irritabilidad, indiferencia hacia otras personas o hacia los padres, y retrasar el desarrollo escolar.
Cómo confirmar el diagnóstico
El diagnóstico de sordera lo realiza el otorrinolaringólogo mediante el análisis de los síntomas y el examen clínico, evaluando el oído para determinar si es bilateral o unilateral, es decir, si afecta solo uno o ambos oídos, y para identificar la posible causa.
Además, el médico puede recomendar una prueba de audiometría para evaluar la capacidad auditiva en la interpretación de sonidos y palabras, y diagnosticar la sordera, su grado o tipo. Vea qué es la audiometría y cómo se realiza.
Grados de sordera
Dependiendo de la intensidad de los síntomas y la capacidad auditiva, la sordera puede clasificarse en diferentes grados, que incluyen:
- Leve: cuando la pérdida auditiva es de hasta 40 decibeles, lo que impide oír un sonido débil o lejano. La persona puede tener dificultad para comprender una conversación y pedir que se repita con frecuencia, pareciendo siempre distraída, aunque no suele causar alteraciones graves en el lenguaje;
- Moderada: pérdida auditiva entre 40 y 70 decibeles, en la que solo se comprenden sonidos de alta intensidad, causando dificultades en la comunicación, como retraso del lenguaje y necesidad de habilidades de lectura labial para mejorar la comprensión;
- Severa: provoca pérdida auditiva entre 70 y 90 decibeles, permitiendo la comprensión de algunos ruidos y voces intensas, siendo importante la percepción visual y la lectura labial para la comprensión;
- Profunda: es la forma más grave, ocurre cuando la pérdida auditiva supera los 90 decibeles, impidiendo la comunicación y comprensión del habla.
Esta pérdida de audición puede medirse con un aparato llamado audiómetro, que mide los niveles de audición en decibeles.
Posibles causas
Algunas de las principales causas de pérdida auditiva son adquiridas a lo largo de la vida, de forma súbita o gradual, como:
- Cera en el oído medio, en gran cantidad;
- Presencia de líquido, como secreciones, en el oído medio;
- Presencia de un objeto extraño dentro del oído, como un grano de arroz, común en niños;
- Otosclerosis, una enfermedad en la que el estribo, un hueso del oído, deja de vibrar y el sonido no puede pasar;
- Otitis aguda o crónica en la parte externa o media del oído;
- Efecto de algunos medicamentos, como quimioterapia, diuréticos de asa o aminoglucósidos;
- Exposición a ruido excesivo, superior a 85 decibeles durante largos periodos, como el de máquinas industriales, música alta, armas o fuegos artificiales, que causan daño en los nervios de conducción del sonido;
- Traumatismo craneoencefálico o accidente cerebrovascular (ACV);
- Enfermedades como esclerosis múltiple, lupus, enfermedad de Paget, meningitis, enfermedad de Ménière, hipertensión arterial o diabetes;
- Síndromes como Alport o Usher;
- Tumores en el oído o tumores cerebrales que afectan la parte auditiva.
Los casos de sordera congénita ocurren cuando se transmiten durante el embarazo, como consecuencia del consumo de alcohol y drogas, mala nutrición de la madre, enfermedades como diabetes o infecciones que surgen durante la gestación, como sarampión, rubéola o toxoplasmosis.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento para la sordera depende de su causa, y el otorrinolaringólogo puede recomendar una limpieza o drenaje del oído si hay acumulación de cera o secreción, o realizar una cirugía en casos de perforación del tímpano o para corregir alguna deformidad.
Para recuperar la audición, se puede recurrir al uso de prótesis auditivas o implantes de audífonos. Tras la indicación del audífono, el fonoaudiólogo es el profesional encargado de orientar sobre su uso, tipo, adaptación del aparato y seguimiento de la evolución.
Además, algunas personas también pueden beneficiarse de métodos de rehabilitación como la lectura labial o el lenguaje de señas, que mejoran la calidad de la comunicación y la interacción social.