El sulfato de hierro es un suplemento indicado para la prevención o tratamiento de anemia ferropénica, un tipo de anemia causada por deficiencia de hierro en el organismo y que puede llevar al surgimiento de síntomas, como cansancio excesivo, pérdida de memoria o dolor de cabeza constante.
La anemia ferropénica puede surgir debido a la baja ingesta de alimentos que contiene este mineral, por el aumento de las necesidades nutricionales o por situaciones que dificultan la absorción de hierro por el organismo, como enfermedad celíaca o cirugía bariátrica.
El sulfato ferroso puede ser indicado por el médico para niños, adultos, mujeres embarazadas o lactancia, siendo comercializado en droguerías y farmacias en forma de tableta, gotas o jarabe entre 25 mg a 500 mg de sulfato ferroso.
Para qué sirve
El sulfato ferroso está indicado para prevenir o tratar la anemia ferropénica, un tipo de anemia causada por la deficiencia de hierro en el organismo debido a la baja ingesta de alimentos con hierro o por situaciones que aumentan las necesidades nutricionales de este mineral en el organismo, como el embarazo y la lactancia.
Además, el sulfato ferroso también puede estar indicado para prevenir o tratar la anemia en situaciones que dificultan la absorción de hierro en el organismo, como enfermedad celíaca, parasitosis o cirugía bariátrica.
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El eso de sulfato ferroso en el embarazo generalmente es indicado para disminuir el riesgo de deficiencia de hierro. La deficiencia de hierro durante el embarazo aumenta el riesgo de parto prematuro, bajo peso al nacer y deficiencia de este nutriente en el bebé los primeros meses de vida. Conozca los síntomas y más riesgos de anemia en el embarazo.
Dosis de sulfato ferroso
El sulfato ferroso debe tomarse por vía oral, de preferencia 1 hora antes o 2 horas después de una comida, de acuerdo a la indicación del médico.
La dosis de sulfato ferroso varía de acuerdo a la edad de la persona, objetivo de tratamiento y la dosis de cada suplemento, pudiendo recomendarse:
1. Sulfato ferroso gotas de 125 mg/mL
El sulfato ferroso de 125 mg/ml equivale a 25 mg de hierro elemental por cada ml de la solución, siendo que las dosis en gotas para el tratamiento de la anemia ferropénica varían de acuerdo a la edad, e incluyen:
Se recomienda tomar sulfato ferroso junto con alimentos ricos en vitamina C, como naranja o kiwi, para mejorar la absorción de hierro. Por ello, es importante evitar el uso de este suplemento junto con alimentos con cafeína, como café, té mate, té verde y calcio; como leche y derivados, ya que estos nutrientes disminuyen la absorción de hierro.
2. Sulfato ferroso comprimidos de 40 mg
Los comprimidos revestidos de sulfato ferroso de 40 mg pueden ser indicados en dosis de 1 comprimido 3 veces al día, en niños de 6 a 12 años, y para adultos, 1 comprimido hasta 4 veces al día.
Posibles efectos secundarios
Los posibles efectos secundarios del uso de sulfato ferroso son pérdida del apetito, diarrea, náusea, dolor en el estómago, vómito, heces oscuras, dolor en la barriga y estreñimiento. Además, puede haber oscurecimiento de los dientes, principalmente cuando se usa sulfato ferroso en gotas.
¿El sulfato ferroso engorda?
El sulfato ferroso es utilizado para tratar la anemia, una condición que, entre otros síntomas, también causa pérdida del apetito. Por lo que este suplemento puede mejorar el apetito, favoreciendo la ganancia de peso en personas con anemia.
Sin embargo, el sulfato ferroso no posee calorías, por lo que no contribuye a la ganancia de peso. Además, uno de los posibles efectos secundarios del uso de sulfato ferroso son náuseas y vómitos, los cuales disminuyen el hambre y las ganas de comer en algunas personas.
Contraindicaciones
Personas con enfermedades de la sangre, como talasemia, anemia falciforme, anemia hemolítica o hemocromatosis, que es una condición que causa el aumento de los niveles de hierro en el organismo, deben evitar el uso de suplemento de sulfato ferroso. Conozca más qué es y cuáles son los síntomas de la hemocromatosis.
Además, este suplemento tampoco está indicado en alcohólicos, personas que reciben transfusión sanguínea con frecuencia, con problemas en el hígado, úlcera gástrica, diarrea crónica y colitis ulcerativa.