Qué es:
La transfusión sanguínea es un procedimiento seguro en el que la sangre en su totalidad o algunos de sus compuestos son introducidos en el cuerpo del paciente. La transfusión puede realizarse cuando se padece anemia profunda, después de un accidente o en cirugías mayores, por ejemplo.
Aunque es posible realizar una transfusión de sangre total como cuando hay una hemorragia grave, es más común parte de sus componentes sanguíneos, como eritrocitos, plasma o plaquetas para el tratamiento de anemia o quemaduras, por ejemplo. Sin embargo, en algunos casos, pueden ser necesarias varias transfusiones hasta sustituir las necesidades del organismo.
En caso de cirugías programadas, es posible realizar una transfusión autóloga, que es cuando se extrae sangre de uno mismo antes del procedimiento quirúrgico para que se utilice en caso de ser necesario durante la cirugía.
Indicaciones de la transfusión
La transfusión sanguínea sólo puede realizarse cuando el tipo de sangre entre el donador y el paciente es compatible y se indica en los siguientes casos:
- Anemia profunda;
- Hemorragia grave;
- Quemaduras de 3º grado;
- Hemofilia;
- Después de un trasplante de médula o de otro órgano.
Además, las transfusiones de sangre también se utilizan en caso de hemorragia grave durante un procedimiento quirúrgico. Conozca más sobre los tipos de sangre para entender mejor el concepto de compatibilidad sanguínea.
¿Cómo se realiza una transfusión de sangre?
Para ser sometido a una transfusión sanguínea es necesario obtener una muestra de sangre para corroborar el tipo y los valores de sangre, con el fin de decidir si el paciente se encuentra en condiciones para recibir una transfusión y la cantidad de sangre necesaria.
El procedimiento para recibir sangre puede tardar hasta 3 horas dependiendo de la cantidad de sangre a ser transfundida y del componente sanguíneo. Por ejemplo, la transfusión de eritrocitos puede tardar más debido que debe ser hecha de forma lenta, y normalmente el volumen necesario es grande, mientras que el plasma, a pesar de ser más espeso, en general es necesario en menor cantidad y puede tardar menos.
El procedimiento de transfusión sanguínea no produce dolor, y cuando no se lleva a cabo en una cirugía, generalmente el paciente puede comer, leer, conversar o escuchar música mientras recibe la sangre, por ejemplo.
¿Qué hacer en caso de que no se permita la transfusión?
En el caso de personas con creencias o religiones que impiden la transfusión, como sucede en el caso de los Testigos de Jehová, una opción es la autotransfusión, especialmente en el caso de cirugía programadas, en la que la sangre se extrae de la propia persona antes de la cirugía para usarla, en caso de ser necesario, durante la cirugía.
Posibles complicaciones de la transfusión
Las transfusiones sanguíneas son muy seguras, por lo que el riesgo de contagiarse con SIDA o hepatitis es muy baja. Sin embargo, en algunos casos puede producir reacciones alérgicas, edema de pulmón, insuficiencia cardíaca o alteraciones en los niveles de potasio en la sangre. Por eso, toda transfusión debe ser realizada en el hospital bajo la evaluación de profesionales en el área.