Trastorno explosivo intermitente: qué es, síntomas y tratamiento

Qué es:

El trastorno explosivo intermitente se caracteriza porque se producen ataques de ira sin control y agresividad repentina como respuesta a un estímulo, pudiendo acompañarse de agresiones verbales y físicas de menos de 30 minutos, que pueden perjudicar a la propia persona o a quienes se encuentran a su alrededor.

Antes de un ataque de ira pueden haber síntomas como dolor de cabeza, mareo, náuseas y alteraciones de la consciencia; después, la persona suele experimentar remordimiento, culpa e incluso vergüenza. Este trastorno suele estar acompañado de abuso de sustancias ilícitas, depresión, TOC y fobia social.

El tratamiento del trastorno explosivo intermitente incluye el uso de medicamentos como la fluoxetina o sertralina, además de sesiones de psicoterapia cognitivo-conductual para el control de los impulsos y de los problemas de ira.

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Principales síntomas

Los principales signos y síntomas del trastorno explosivo intermitente son:

  • Falta de control sobre el impulso agresivo;
  • Romper las propias pertenencias o las de los otros;
  • Sudoración, sensación de hormigueo y temblores musculares;
  • Aumento de la frecuencia cardíaca;
  • Amenazas verbales o agresividad física a otra persona sin motivo que justifique esta actitud;
  • Sentimiento de culpa y vergüenza después de los ataques.

Es común sentir rabia en una situación de estrés, como en un accidente de carro o demasiado trabajo; pues este sentimiento es normal siempre que se tenga conciencia y control sobre él, sin la presencia de alteraciones bruscas para un estado de furia, ira o un comportamiento agresivo, el cual puede colocar en riesgo el propio bienestar y la seguridad de otras personas. Sin embargo, cuando la agresividad es desproporcionada, la situación que desencadenó la crisis de rabia, puede ser una señal de que se requiere tratamiento.

Cómo se realiza el diagnóstico

El diagnóstico del trastorno explosivo intermitente es realizado por el psicólogo o psiquiatra con base en los antecedentes personales, relato de familiares y conocidos, además de una evaluación psicológica y física para descartar enfermedades o el consumo de sustancias que puedan alterar el comportamiento de la personas, además de los criterios del DSM-V.

Asimismo, es necesario descartar otros trastornos psicológicos como el trastorno de personalidad antisocial y el trastorno límite de la personalidad. Conozca más sobre las características del trastorno límite de la personalidad.

Causas de los ataques de ira

No se conoce con certeza la causa del trastorno explosivo intermitente, sin embargo se cree que puedan estar relacionados factores como familiares con antecedentes de conductas agresivas impulsivas, alteración en los neurotransmisores y alteraciones en la zona del cerebro responsable del control de impulsos.

Además, las personas con este trastorno suelen tener antecedentes de maltrato físico, abuso sexual durante la infancia y exposición a situaciones traumáticas como accidentes graves o desastres.

Cómo se realiza el tratamiento

Cuando los ataques de ira son frecuentes y se salen de control, se recomienda la orientación de un psicólogo a través de varias sesiones de psicoterapia individual y/o grupal, pudiendo aplicar terapia cognitivo-conductual para aprender no solo a manejar la ira sino también identificar las situaciones que pueden provocar una respuesta agresiva.

Durante la terapia la ayuda de los familiares cercanos para aprender a enfrentar y a controlar estos episodios con comportamientos agresivos es de suma importancia.

Además de la psicoterapia, en este síndrome puede ser necesario el uso de medicamentos antidepresivos y anticonvulsivos como fluoxetina, citalopram, sertralina, carbamazepina y valproato que ayudan en el control de las emociones, disminuyendo así la agresividad.

Posibles consecuencias

Las consecuencias del trastorno explosivo intermitente surgen debido a las actitudes irreflexivas tomadas durante los ataques de furia, como pérdida del empleo, suspensión o expulsión de la escuela, divorcio, problemas de consumo de alcohol u otras sustancias, dificultad para relacionarse con otras personas, accidentes automovilísticos y hospitalizaciones por heridas sufridas durante la agresividad.

El cuadro de agresividad ocurre incluso cuando no se está bajo los efectos de alcohol, no obstante, por lo general es más grave cuando se está bajo este efecto, aun en pocas cantidades.

Asimismo, los ataques de ira pueden causar el desarrollo de enfermedad coronaria, diabetes, hipertensión, accidente cerebrovascular e incluso puede llevar a la persona a cometer suicidio.