Vasculitis: qué es, síntomas, causas y tratamiento

La vasculitis es la inflamación de los vasos sanguíneos, situación que puede afectar a uno o varios vasos, e incluso a diferentes órganos del cuerpo, lo que puede causar reducción o bloqueo del flujo de sangre en el vaso sanguíneo, dando como resultado la falta de oxígeno en el área afectada.

Los síntomas de la vasculitis varían según el órgano o la región del cuerpo afectada. En general, pueden surgir fiebre, pérdida de peso sin motivo aparente, dolor de cabeza, cansancio excesivo o dolor generalizado en el cuerpo.

El tratamiento de la vasculitis es llevado a cabo por el angiólogo, reumatólogo o médico general, y varía según su causa, pudiendo ser indicado el uso de medicamentos corticosteroides y/o inmunosupresores para reducir la inflamación y evitar el surgimiento de lesiones en las áreas afectadas. 

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Manchas de vasculitis en la piel
Manchas de vasculitis en la piel

Síntomas de vasculitis

Los principales síntomas de vasculitis incluyen:

  • Piel: manchas moradas que aparecen en grupos y pueden ocasionar la rotura de la piel, hormigueo o pérdida de sensibilidad de la región;
  • Nariz y oídos: sinusitis recurrentes, hemorragias nasales, úlceras nasales, otitis recurrentes, sordera temporal, ronquera, dolor en la nariz;
  • Riñones: presencia de proteínas y/o de sangre en la orina, hipertensión arterial, extremidades y cara hinchadas, orina turbia;
  • Intestino: dolor abdominal frecuente después de las comidas, sangre en las heces;
  • Pulmones: tos con sangre, falta de aire, silbido al respirar, neumonía resistente a antibióticos;
  • Articulaciones: dolor, hinchazón, enrojecimiento, calor y dificultad para mover las articulaciones;
  • Ojos: dificultad para ver, visión doble o turbia, dolor en el ojo u ojo rojo;
  • Nervios de las extremidades: debilidad muscular, hormigueo, parálisis.

Otros síntomas que también pueden estar presentes en la vasculitis son pérdida de peso sin causa aparente, dolor recurrente en el cuerpo, cansancio extremo, pérdida de apetito, malestar y fiebre.

En caso de que exista sospecha de vasculitis, es importante buscar atención médica lo antes posible, pues esta condición puede dañar gravemente órganos como pulmones o riñones.

Cómo confirmar el diagnóstico

El diagnóstico de la vasculitis normalmente es realizado por el angiólogo, reumatólogo o médico general a través de la evaluación de los síntomas, antecedentes de salud y examen físico.

Asimismo, el médico debe solicitar exámenes como detección de anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA), proteína C reactiva, análisis de orina, electrolitos, creatinina, hemograma completo, pruebas de función hepática y renal o examen ANA, por ejemplo. Vea qué es el examen ANA y cómo es realizado.

En los casos donde se sospecha que la vasculitis ha afectado a algún órgano, también puede ser necesaria la realización de exámenes para evaluar la función del mismo, como resonancia magnética, ecografía o tomografía computarizada, además de biopsia.

Posibles causas

La causa de la vasculitis aún no es totalmente conocida; sin embargo, se cree que está relacionada a una combinación de factores genéticos, enfermedades autoinmunes, reacción exagerada del sistema inmune a medicamentos, infecciones o cáncer, o a factores ambientales.

Algunos de los factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollo de vasculitis incluyen:

  • Enfermedades autoinmunes, como lupus, artritis reumatoide o esclerodermia;
  • Infecciones, como hepatitis B o C, o parvovirus B19;
  • Medicamentos, como penicilamina, propiltiouracilo, hidralazina, minociclina;
  • Uso de drogas de abuso, como cocaína o anfetaminas;
  • Hábito de fumar o exposición al polvo de sílice.

Asimismo, la vasculitis es más común en personas con antecedentes familiares de enfermedad de Behçet, enfermedad de Takayasu, enfermedad de Kawasaki o granulomatosis con poliangitis.

Tipos de vasculitis

La vasculitis puede clasificarse de acuerdo con sus causas y síntomas en las siguientes:

1. Vasculitis primaria

La vasculitis primaria no tiene causa completamente conocida y puede afectar solo un tejido o un órgano, como sistema nervioso central (cerebro) o piel, por ejemplo.

Además, la vasculitis primaria también puede afectar varios órganos, siendo en este caso conocida como vasculitis sistémica, como ocurre en la enfermedad de Kawasaki, enfermedad de Takayasu, arteritis temporal, granulomatosis de Wegener, poliarteritis nodosa o enfermedad de Behçet. 

2. Vasculitis secundaria

La vasculitis secundaria puede surgir como consecuencia de otras condiciones, como infecciones, leucemia, linfoma, enfermedades como lupus eritematoso sistémico o artritis reumatoide, además de factores ambientales como uso de drogas, exposición al polvo de sílice o medicamentos.

Cómo es realizado el tratamiento

El tratamiento de la vasculitis debe ser llevado a cabo bajo orientación del angiólogo, reumatólogo o médico general, y varía según el tipo de vasculitis y de la gravedad del cuadro.

En los casos de vasculitis primaria, el tratamiento normalmente es llevado a cabo con:

  • Corticosteroides, como hidrocortisona, dexametasona, mometasona o betametasona, por ejemplo, que pueden ser empleados solos o asociados a inmunosupresores. Conozca cuáles son los tipos de corticosteroides y para qué sirven;
  • Inmunosupresores, como metotrexato, azatioprina, ciclofosfamida o micofenolato;
  • Terapia biológica, como rituximab;
  • Inmunoglobulina, aplicada por vía intravenosa;
  • Plasmaféresis, que es un proceso de filtración de la sangre, en el cual el exceso de anticuerpos son retirados del plasma y descartados, y las células sanguíneas son devueltas al organismo. Descubra cómo es realizada la plasmaféresis.

En el caso de vasculitis secundarias, el tratamiento se hace dirigido a la condición que desencadenó la inflamación en los vasos sanguíneos.

En caso de vasculitis graves, que afectan órganos, puede ser necesaria la hospitalización e incluso cirugía para restablecer el flujo sanguíneo en el vaso afectado.

Asimismo, la práctica de ejercicios ligeros, el reposo adecuado, la alimentación saludable y la reducción de los niveles de estrés, junto con el tratamiento con medicamentos, han demostrado tener excelentes resultados en el tratamiento de la vasculitis.

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